miércoles, 26 de julio de 2006

Primeros dos días: Norte '05

16 y 17/07/2005

Comenzó la aventura .El sábado16/7/05 a las 12:30 (por culpa de Emanuel que llegó tarde; el muy hijo de puta pensó que nos íbamos a las 10, pero de la noche) empezamos la travesía hasta el norte de nuestro gran país. El primer destino es la localidad jujeña de Lozano; donde nos espera la hostería “Las Vertientes”, a tan sólo 20 Km. de la capital de la provincia.-


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El viaje empezó muy lento, el chofer parece que no encontraba el acelerador y a eso de las 4 hs de viaje llegamos a San Nicolás para almorzar; lo cual para la parte de la vecindad que viaja está demás, porque ya le habíamos entrado duro y parejo a las milanesas de Laura y las empanadas de Natalia.

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La noche fue complicada. La parcial vecindad se sentó en los cuatro asientos frontales del micro, contra el ventanal, por el cual pasó todo el frío de la ruta, y nos congelamos… personalmente me costó mucho dormir, y al rato que lograba conciliar el sueño, mis congeladas piernas me recordaban la temperatura de ambiente. Igualmente la sensación de hipotermia y principios de congelamiento fueron generales. Las paradas siguientes fueron en una localidad Santiagueña que no recuerdo el nombre (era algo de Ceres, o muy parecido a eso), y en Güemes, Salta, para desayunar antes de arribar a Jujuy. Los cordones montañosos ya asomaban a la luz del sol matinal.-

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En teoría, nos dirigiríamos en combis hacia las Termas de Reyes, pero oh casualidad… las combis “se rompieron”, y había que pagarle a los antipáticos choferes, unos 15 pesitos para que nos alcanzaran hasta la zona de influencia, y luego nos devolvieran a la hostería. A decir verdad eso nos disgustó un poco a todos, pero bueno… 15 pesos, caja de empleados, y emprendimos el viaje. El día no era favorable, predominaba el aire fresco y el cielo gris formato Londres, sólo faltaba la neblina. La excursión constó de una caminata rodeando las termas (algunos pocos se introdujeron en las cálidas aguas), una suerte de cumbre-mirador muy buena, el descenso, y finalizamos con un café acompañado de unos tostados y facturas para terminar la tarde. Esto último fue en el hotel de las Termas, que se ubica a un costado de las piletas populares. Tiene sus propias piletas, claro que por otro precio. Allí fue dónde vimos al gran historiador argentino, Felipe Pigna, a quien tuve la suerte de tener de profesor en el colegio en 3er año. Educadamente y sin intentar perturbarlo, me aproximé a saludarlo. Se encontraba con sus hijos y otro sujeto. Lo felicité por su libro el cual aún permanezco leyendo, y le dije que había sido su alumno. Ni fotos ni autógrafos.-
Así, luego de cenar, y con alguna que otra sorpresata, finalizaba nuestro primer día. Aprobado.-


18/7/2005


La noche anterior nos desayunamos con que el lunes era nuestro primer día libre, por lo cual no había nada planeado, y tampoco existía la alternativa “Ruphay”, como en los otros viajes, en dónde para el lado que salieras caminando encontrabas algo para admirar. Acá esa opción no existía, porque si bien la admiración es constante, los paradores y pueblos están distantes entre sí y a veces cuesta un poco llegar de un lugar a otro. Con ésta novedad, se presentó Walter con Juan Pablo, guías de un hostel de la capital, a mostrarnos y ofrecernos algunas alternativas de excursiones para hacer el lunes (hoy) y el miércoles, que también había pasado a ser libre. Qué loco, no? La expresión popular en el comedor era el asombro. De tener todos los días ocupados, ya teníamos dos libres. La opción era el Parque Nacional Calilegua, dónde encontraríamos la selva de Yungas; y para el miércoles las Salinas Grandes.-
Acá surgió una de las anécdotas más jugosas del viaje. Walter nos comentaba que podíamos hacer Yungas a la mañana, y por un “PLUS” (la palabra clave) hacíamos Aguas Calientes a la tarde (otras termas). Nos estaba vendiendo LA excursión pero el tema monetario no lo tocaba. Agregaba que se podía hacer una el lunes y otra el miércoles, para disfrutar más los días, los paisajes, etc. No pude esperar a que lo diga él, y en voz alta dije: “Disculpame, cuánto nos saldría el “PLUS”, como para ir redondeando la charla”. Hubo risas. Me respondió que haciéndonos un precio especial por ser muchos, lo más barato era $50 por excursión. En vez de decirte $100, te dicen 2 por $50, es más diplomático y duele menos. Mientras los 42 mortales intentábamos dilucidar la actividad que íbamos a elegir, él caminaba el pasillo de la recepción incansablemente, como padre primerizo, sudoroso e intranquilo en la puerta de un quirófano. Había que formar grupos de 15 personas o más, porque las combis requerían esa capacidad. Cuando empezamos el recuento éramos 18, por lo tanto, nuestra propuesta era 18 en una sola combi, y $80 por las dos excursiones. Con Gustavo y Seba le acercamos la propuesta. Walter y JP nos dieron la negativa, alegando que por ese precio deberíamos casi completar dos vehículos. Insistente, Seba pregunta si no podíamos ir los 18 “apretaditos” (dixit) en una, a lo que los guías se niegan nuevamente, por motivo de los controles policiales y de gendarmería en ruta. Nos miramos los tres, y cómo si nada, Seba me dice “Bueno, de última bajamos a tres y listo”. Tsunami de Chanes. Un grande. Un visionario. Después de pensarlo un rato a la noche y charlarlo con la habitación 8, nos descostillábamos de risa imaginando la situación. Es decir, cómo le decís a alguien que se tiene que bajar de una excursión? Algunas de las soluciones propuestas:

a) “Hoy en la hostería cocinan llama! Yo me parece que me quedo, me haces la gamba?”
b) “Che, el sol está fuertísimo afuera. Vos que sos blanquito/a por qué mejor no te quedás leyendo algo acá?”
c) “Vos cuando preguntamos quién venía dudaste, te toca quedarte por inseguro/a”

Y muchas más…La cosa es que era mejor tratar de convencer gente para que se sume, a ir tachando nombres y atravesar esas situaciones. Finalmente, el batallón se completó. Éramos 27. Increíble pero real. El destino del lunes que relato fue Las Yungas, y el miércoles nos esperaban las Salinas, todo por el mismo precio.
Así, partimos las dos camionetas a las 9 de la mañana desde Las Vertientes. Paramos a comprar algunos víveres y agua en una YPF de las afueras de San Salvador y seguimos camino. De repente en la distancia, veo que el tránsito se amontona y se prolonga una fila a lo largo de la ruta. Frena la combi, se baja Walter y lo sigue JP. Y allí estaban ellos, algunos con sus caras ocultas tras pañuelos, gomeras y palos en mano, sentados en el medio de la ruta. Si, Piqueteros. Me sentía en el epicentro, en el lugar donde surgieron todos estos movimientos. De hecho los primeros que recuerdo habían sido en Tartagal, no tan lejos de ahí. Tras un diálogo, vuelven los guías. Les habían dado una ruta alternativa para pasar hasta el Parque Nacional. Retrocedemos, y seguimos viaje por otro camino. Pero reincidimos. Nos vuelve a tomar por sorpresa otro piquete. Diferente al anterior. En este caso, me bajo atrás de los guías para ver de cerca el asunto, escuchar el motivo de los reclamos, o algo semejante. Gustavo vino conmigo, y fuimos con cámara en mano cual periodistas de la CNN en Bagdad. Walter exaltadísimo, se queja contra los manifestantes. Les dice que no puede ser que le indiquen un camino y se vuelva a encontrar con otro grupo de piqueteros. Que se pongan de acuerdo. Le dicen que en 10 minutos levantan la protesta. Se da vuelta hacia las combis, increpándolos en voz baja. En ese momento, uno de los sujetos con gomera, dispara contra una chapa, a lo que Walter reacciona y dice “hacete el loco con una gomera, voy a bajar el fierro de la camioneta y los voy a reventar a todos”. Lo callan por lo bajo. “¿Quién me chista?”-dice completamente enajenado. Y prosigue “Los boludos somos nosotros que no los pasamos por encima”. Se levanta el movimiento en la hora convenida. Los automovilistas insultan, pero aceleran para alejarse de una vez por todas de ese lugar. Y más adelante el colmo, el tercer piquete consecutivo en menos de 90 minutos. Ya estábamos completamente incrédulos. Eran muchas menos almas en la protesta. Pero estos ya me desagradaron para ser sincero. No pedían otra cosa más que Planes Jefes y Jefas de hogar, es decir, el incremento de los mismos que ya poseen por obra y gracia del señor, sin siquiera mover un dedo para recibir estos “subsidios” que no hacen otra cosa más que fomentar la vagancia, y hacer perder al ser humano, la dignidad del trabajo y el esfuerzo para ganarse el pan. El líder de este grupo, con campera de cuero, borcegos, y las manos plagadas de anillos. Sentí muchísimo rechazo en esos instantes. Las docentes del grupo le intentaban hacer entender que eso no conducía a ningún lado, que no eran los medios para protestar; al mismo tiempo que otros se sacaban fotos con ellos, y tiraban piedras y maderas avivando el fuego de los neumáticos ardiendo. Mezcla de sensaciones. Finalmente también se levanta la protesta.
Seguimos camino y nos aproximamos cerca de la localidad de Ledesma, tierra de “azúcar, caña y buen sol” según indica la canción, y lugar de origen del “burrito” Ariel Arnaldo Ortega. Allí observamos las extensiones del cultivo de caña, predominante en la zona. Ahí es dónde se ubica la empresa que lleva el mismo nombre que la localidad, que es la mayor productora de caña del país, y que se utiliza, entre otras cosas, para pasta de papel y celulosa. Bajamos de la combi en una estación de servicio que se ubica justo frente a la empresa y sus tierras. Se siente un fuerte olor, muy parecido al de las aceitunas, pero con mucha mayor intensidad y profundidad en los pulmones. Al principio molesta. Fotos de rigor. Y a la camioneta nuevamente, sin escalas hasta el Parque Nacional.

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