domingo, 30 de marzo de 2008

Recordar sí, Celebrar no

32 años pasaron de aquel nefasto 24 de marzo de 1976. Triste y negro día que instauró siete años de oscuridad en la Argentina de aquellos días. Día en que se produjo el golpe de Estado que destituyó del gobierno constitucional a María Estela Martínez de Perón, quien fue secuestrada y separada de su cargo; el cual tomaría por asalto la Junta Militar, conformada por Videla, Massera y Agosti, miembros del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea respectivamente. Golpe de Estado que fue autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" y en el que estuvieron involucrados agentes internacionales, como por ej. Estados Unidos, y muchas esféras de la Sociedad Argentina como oligarcas y ruralistas, más el resto de la conservadora derecha de la que formaban parte. El gobierno de Videla tuvo algunos ejes fundamentales que ayudan a caracterizarlo y a entender un poco más de qué se trató ese "proceso de reorganización". En cuanto a la política económica, Argentina vivió una de las más grandes aperturas de mercado, completamente desregulada, observadas hasta ese momento (profundizada luego en los '90). Basada en un modelo ultraliberal, se dio una pulverización de la industria nacional que fue completamente aniquilada, dejando terribles consecuencias en aquel presente y a futuro. Los niveles de desempleo e inflación alcanzaron números jamás antes pensados. La suma de todos estos factores y de muchos otros, culminaron en la multiplicación de la deuda externa y en la inundación de capitales especulativos que se divertían a destajo.
Ya es popularmente conocida la política social que representó este "gobierno". La oposición política/ideológica era una constante amenaza para la Junta, que encontró en la persecución, la prohibición, la represión, la tortura y los asesinatos, las mejores armas para combatir al enemigo (haciendo foco principal en el estudiantado, militantes políticos, sindicatos, la clase obrera y músicos o artistas que expresaban su arte). La palabra clave de esos años para identificar a quien no comulgaba con sus ideas era "subversivo".
32 años se cumplen de aquel día gris. La ley 26.085 de marzo del 2006, establece al 24 de marzo como el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en conmemoración a los terribles hechos sucedidos en nuestro país por aquellos años, al terrorismo de Estado y crímenes de Lesa Humanidad. Es un feriado para recordar, y no para celebrar. Sin embargo, es triste ver cada aniversario que un gran porcentaje de la población no sabe por qué es feriado, o cree que estamos festejando algo. En realidad, muchos fueron los que festejaron hace 32 años ese día.
Sin embargo, aunque ya hayan pasado más de tres décadas, hay muchas cosas que no han cambiado. Si bien hemos tenido la suerte de avanzar como sociedad en varios aspectos referidos a éstos antecedentes, todavía se respira en el aire ese aroma a pasado. Todavía se lee en la mente de muchos la idea del regreso a esos tiempos. Muchos son los "ilustres" que reflejan en '76-'83, años de bienestar y seguridad. Lamentablemente, el pensamiento sigue muy fresco en muchos lugares, y nunca ha retrocedido. La idea de que todo fue "una guerra" también sigue instalada y es imposible removerla. Deberíamos olvidar el simplismo de algunos términos poco felices que se siguen usando hasta hoy, y asimilar el único que siempre debió haber sido utilizado:
GENOCIDIO

viernes, 28 de marzo de 2008

Ajedrez

Caminó las últimas cuadras dispuesto a todo. Observaba a todos y cada uno a su alrededor sin saber exactamente lo que buscaba. Sin embargo, una vez ahí, todo se volvió aún más difuso. Sentía aún el dolor latente de ese cuchillo que entró por su espalda; la sangre chorreándose alcanzando las lumbares y la base de su columna vertebral. La vista se le nublaba cada vez más, haciéndole casi imposible entender el panorama. Poca claridad (casi nula).
Sumido en ese contexto, respiró. Lo hizo en voz alta, con una fuerte exhalación que llenó aún más el aire de incertidumbre y derrota. Y así transcurrió segundos, minutos, días y meses. El vacío comenzó a ofrecerle su amistad y su eterna compañía. No podía desecharla así como así. Ahí comenzaron su camino y su viaje. Ese viaje sin fecha de retorno. Libre de presiones, aunque preso de ellas (casi sin querer).
El tablero comenzaba a organizarse. El rey desorden quería rearmar sus filas. La reina pena entendía el juego y dominaba. La torre de rencor cerraba los caminos, como queriendo proteger algo. Los alfiles intentaron imprimir velocidad al escape junto con los caballos, como un plan casi perfecto. Pero hubo sólo unos pocos que entendieron la estrategia: los peones. Teniendo claro que paso a paso, y con los movimientos precisos, cualquiera de ellos podía llegar a convertirse en algo mejor.
Soltar las riendas y echar mano al acelerador. Despegar. Levantar vuelo.

Sinfonías de represalias hechas pedazos. Destellos de luz sin refusilos.

Incontables episodios. Limitadas situaciones. Inconcebibles resoluciones.





miércoles, 5 de marzo de 2008

Viernes 25 de enero




Amanecidos, emprendimos la retirada del Refugio, alegrándonos de saber segura nuestra plaza en Altos de ahí en adelante. Nos dispusimos a encontrar algún lugar para ingerir sólidos en forma de desayuno. Recordando viejas aventuras por estos pagos, nos dirigimos a una amistosa panadería a unas tres cuadras de la Plaza y nos enlistamos para disfrutar unas chocolatadas con facturas violentas recién salidas del horno. Ya con el estómago en otra cosa, nos fuimos, pero tuvimos que regresar a los pocos metros de haber partido ya que una mochila quedó en plena panadería esperando por Cairo. A por ella, y a por un remo que nos devolviera a los Altos. Estuvimos relajando un rato, y ese día nos deparó una actividad acuática por la tarde. Volveríamos al Río Azul, pero en busca de un rafting. De tal forma que después de almorzar, fuimos hasta el centro y una combi nos tiró a los márgenes del río, en un camping desde el cual salía la actividad. Había bocha de gente, muchos niños molestos con sus molestos padres. Por qué no los llevan a la Costa? Los maldije por un rato. Así es que mientras un tipo de volumen de cuerpo generoso explicaba la actividad, y la seguridad, y todo eso que explican para el que nunca hizo algo de ese tipo, buscaba sigilosamente la forma de que no me toque ninguno de esos mocosos en el mismo bote, ya que no quería golpearlo bruscamente con un remo para que dejara de gritar. En un momento el tipo dijo que había dos dakis y una canoa para ir con un guía. Ofreció y levanté mi mano rápidamente. Cairo me miró y casi al unísono acompañó el movimiento con su brazo. Los dakis eran nuestros. Zafábamos de todo el escándalo de los botes, y estaba seguro que incluso ganábamos en adrenalina. Un daki es como un kayak, pero en vez de ser rígido es de una suerte de goma, con lo cual todo en el agua se siente al 200%. Y cuando digo todo, es todo. Desde el agua hasta las piedras. A mi me tocó un flaco que la tenía clara, pero al principio me dio la sensación que no le cabía mucho estar ahí. Después le puso un poco más de swing, y repetimos algunos desniveles dos veces, lo cual fue realmente interesante. Cairo salió un poco más resignado de su embarcación.
En el medio del rafting hicimos una suerte de snorkeling para divisar algunas trechas en las partes más profundas del río. Al final, una vez fuera del agua, hubo muestra de fotos y videos, más su clásica venta, y algunas facturas de cortesía para los tripulantes de los botes.

Jueves 24 de enero



Altos del Sur. Ya lo nombré ayer pero merece repetirse. Hubo una vez que insulté mucho a este lugar por su lejanía del centro, por su excesivo verde, y por muchas razones más. Da la casualidad que en ésta oportunidad tuve la gracia de anular todas esas ideas y opinar exactamente de la forma contraria. Mariela empezó a encargarse de eso cuando nos dio la habitación. Todo era orden, limpieza, calidez y buen clima. Un hostel muy grande, con un gran jardín, muy buena gente trabajando ahí, y hasta una hamaca paraguaya. Qué más podemos pedir? Agradezco a Mariela por todo eso y por el trato que nos dio desde el primer día hasta el último. Ella, Roxana y el majestuoso Ricky (gracias por tanto Ricky, desde las estrellas hasta la noche que nos dejaste arafue y fuimos a dormir al rancho ese mal llamado "Refugio Patagónico").

De alguna u otra manera habíamos planeado alguna idea previa paa nuestro primer día en El Bolsón. Charlando con algunos/as, decidimos ir al Cajón del Azul en esa primer fecha disponible. No se por qué pero tenía ciertas expectativas cruciales respecto al Cajón. Tenía muchas ganas de llegar allá y pasar la noche en ese lugar. Había leído/oído muy buenos comentarios. Digamos que había una especie de ilusión. El camino está bueno. Básicamente es sobre el margen de un río, y son unas 3 hs y monedas al refugio, pasando por un par de puentes colgantes (muy colgantes, despedazados). Aproximándome junto a los carteles, me hallé cual Frodo llegando a Hobbitton después de la batalla por la Tierra Media, disfrutando unos paisajes relativamente similares con pastizales, animales y dos o tres chozas bajas estilo Bolsón Cerrado. El refugio dista mucho de la casa de Bilbo y realmente no me gustó en lo más mínimo. Sólo me gustó su pizza. El refugio está emplazado entre muchos árboles y carece de una vista al cajón o algo similar, y tiene el camping lindante, que solo es cruzado por un riacho de estrechísimo margen. Al llegar mi panorama se modificó mucho en comparación al que traía en mente así que propuse no quedarnos, y regresar furibundamente al pueblo esa noche.

La vuelta sí se puso un poco más interesante. Al llegar a la bifurcación del camino que llevaba al refugio, viramos hacia un mirador del Cajón, que lleva al mismísimo nacimiento del Río Azul. Eso sí estuvo más interesante. Estuvimos algo de 2 hs refugiados en ese lugar tan calmo y ruidoso a la vez, a causa del violento caudal que lleva el río a partir de ese tramo. Tan sólo arrojando piedras a la cristalina agua nos dimos cuenta con qué poco podemos divertirnos gratuitamente. La vuelta al pueblo no revistió mayores inconvenientes.

Teníamos en cuenta que habíamos cancelado la noche en el hostel, pero también calculábamos nuestras potenciales chances de que nos pudieran albergar de todas formas. Nuestro fuerte nunca fue el cálculo, por lo cual tuvimos que exiliarnos temporalmente de Altos del Sur, después de haber terminado mi rosario de puteadas en todos los dialectos conocidos hasta ese momento, para ir a parar al mencionado Refugio Patagónico, en el centro del Pueblo. Nuestro hogar por esa noche daba lástima. Realmente. Era un lugar de refugiados con todas las letras. El baño era casi inhabitable. El cubículo que hicieron llamar ducha fue toda una batalla librada entre mí y la cortina que sólo quería pegarse a mi espalda y no dejarme en paz durante la tan esperada ducha de ese día. Algún que otro insecto de tamaño considerable me miraba mientras me secaba. El arroz listo (primavera, por supuesto) de ese día fue como comer un asado en medio de Somalía. Era como la 1 de la mañana y nosotros saboreando los granos antes de fundir en la cama. No socializamos con nadie. Llegamos, nos bañamos, comimos, dormimos, y nos fuimos.