miércoles, 14 de julio de 2010

La manada naranja

Hoy caí en desgracia. Venía transitando las calles de Buenos Aires y me topé con una manada naranja enardecida, que para mí sorpresa, no respondían a la selección holandesa, segunda en Sudafrica. Bailaban, curiosamente, al ritmo de Waving Flags, pero nada tenía que ver con el mundial. Resaltaban sus carteles, pancartas, y voces enaltecidas en los micrófonos.

Empecé a preocuparme al escuchar las primeras consignas, y divisar las primeras letras en las pancartas. Pensé que el cuento de las divisiones y segregaciones empezaba a quedar en el olvido, pero ví que muchos, fervientemente, consiguen devolverlo a nuestros días.

Mientras cruzaba en una casi prolija fila a través de todos, sufrí algunas conversaciones al pasar. Ví una sra. que llevaba un pin en su solapa que decía "Todos con el campo". Me pareció ver figuritas repetidas y relaciones muy estrechas entre distintas situaciones. Ahí nomás empezaron los pedidos en oración a través de los altavoces. Paradójicamente, pedían por la igualdad. Pedían por la familia. Y lo más loco de todo, pedían por la inclusión social. Todos gritaban "Sí" al unísono ante cada peculiar petición.

El termómetro de mi preocupación llegó a marcar fiebre.

Llegué al éxtasis de la locura cuando prendí la TV.

TN titulaba "Multitudinaria movilización a favor del matrimonio heterosexual". Me pregunté por qué no tenían los huevos para publicar lo que en realidad estabamos viendo. Una marcha en contra del matrimonio homosexual, y la potencial adopción. Lamentablemente, no me extrañé de lo visto en pantalla. Bastante esperable.

Es raro. Lo más raro de todo es el levantamiento de la Iglesia, y de su comunidad más estrecha. De ese mismo sector de la comunidad relacionada con la Institución que avaló tantas atrocidades, y ahora se jacta de pedir por los derechos de los niños. Niños a los cuales la ley en discusión les abre un abanico más amplio de cariño, amor, contención, afecto, etc. La misma Ley que busca considerar a todos como lo que somos, primero personas y luego individuos que eligen la condición sexual que más les guste, y por la cual no deben resignar ningún tipo de derecho, sino incorporar todos los vigentes y necesarios. Pero parece que a muchos no les interesa. Es mejor así, que sigan siendo diferentes. No vaya a ser que los chicos dados en adopción a parejas del mismo sexo sigan la tendencia ofensiva de sus padres. Que no tengan la misma "enfermedad". Cuánta ignorancia. Entiendo la necesidad de expresar su disconformidad, pero por lo menos estaría bueno escuchar un argumento lógico, más allá de "Porque Dios lo quiso"; "Porque es natural" y demás sentencias.

Ya tuvimos suficientes ejemplos en donde no importó la opinión y el reconocimiento de las denominadas minorías. Ya sabemos de qué se trata y en qué termina. Es lamentable escuchar a ciertos voceros decir que ese tipo de manifestaciones no son contra los homosexuales, y que tienen derecho a vivir su vida como quieran. Estaría bueno que digan lo que realmente pregonan. Que se saquen la careta de la hipocresía y digan que no soportan al que piensa distinto.

Ya sabemos que no existe un modelo perfecto de pareja. Ya sabemos, y con mucha experiencia, que hay padres/madres heterosexuales que ejercen violencia física con sus hijos, abusos sexuales, abandonos, humillaciones, y demás barbaridades. También le van a echar la culpa a los homosexuales por eso?


Y sin ánimos marketineros como las pancartas mencionadas, les recuerdo algo que marca la declaración de UNICEF:

"Los niños tienen derecho a crecer en una familia que les dé afecto y amor."
"Todos los niños tienen derecho a una familia."
"Todos los niños tienen derecho a la igualdad"


La familia no es sólo mamá y papá.

lunes, 5 de julio de 2010

Carta abierta

Querido Diego, cuerpo técnico y jugadores:

Después de cuatro jornadas llenas de alegría y sonrisas interminables, la tristeza y la desilusión llegaron para quedarse. De la forma menos pensada, pero sin discusión alguna, el cachetazo final fue demoledor y contundente. Ustedes lo saben mejor que nadie. Lo decían sus caras, y sus voces quebrándose ante los micrófonos.

Llegaron, una vez más, a la venenosa fase de cuartos de final. Esa que en los últimos tres mundiales, nos había dejado dos veces afuera. Esa que todos veíamos como el obstáculo más difícil de los tres pasos finales en el camino hacia la Copa.
Una práctica selección alemana, que ganaba casi desde antes de cantar los himnos, se aprovechó de las falencias del equipo, que no tuvo ideas para encontrarle la vuelta al primer golpe recibido, y que terminó de caerse con el segundo gol, que llegó en el mejor momento albiceleste. Ahí maduró el knock out. Ya jugados en ataque en busca del descuento, Alemania se aprovechó de Argentina y liquidó la cuenta con dos goles más que le dieron al partido un tinte histórico.
Los millones de habitantes de éste país que estábamos frente al televisor (casi recibidos de directores técnicos, como siempre), volvimos a sugerir cambios desde el inicio, variantes durante el partido, y a derramar decepción a medida que pasaba la segunda mitad, y el árbitro no ponía fin a ese martirio deportivo. Pero ya no hay vuelta atrás.

Por eso, y a pesar de todo, quiero expresar mi satisfacción. Estoy satisfecho por la entrega, por el sacrificio, las convicciones y el compromiso. Si bien creo que podríamos haber dado un poco más en ciertos puntos generadores de discusión, siempre fuimos al frente y a buscar los tres puntos. Como cada cuatro años, todos nos identificamos con ese grupo de 23 que iría en busca de la gloria. Colgamos las banderas, compramos camisetas, televisores más grandes, y nos pintamos la cara de celeste y blanco. Nos juntamos con amigos, compañeros de trabajo, o simplemente sufrimos en soledad a la distancia cada minuto que ustedes disputaban sobre el verde césped sudafricano. Espero que alguna vez entendamos que toda la euforia no debe ser sólo colocada en el mundial, sino todos los días en busca del bienestar para todos, pero esa es otra historia. Nos fuimos en cuartos y Ezeiza explotaba de gente que sólo quería agradecer lo hecho en otro continente.
Nos queda aprender de lo ya hecho, y pensar a futuro. Entender que hace 24 años no somos campeones del mundo y que Maradona hubo uno sólo. Que Lionel, el mejor del mundo, no es mago y que necesita diez leones que jueguen con y para él. Que vos Diego, como tantas otras veces, te vas a volver a levantar y nacer nuevamente de las cenizas. Hablar con el resultado puesto y el diario del lunes es lo más fácil en estas horas. Elijo apoyarlos y bancarlos, en las buenas y en las malas, y esperar que todos juntos vayamos para adelante y nos encontremos en cuatro años en Brasil, para la gesta de un nuevo Maracanazo.