martes, 29 de agosto de 2006

NOA : Episodio 3

Jueves 3 de agosto

Nuestro primer punto en Tilcara era el Pucará. Dicha expresión significa "fortaleza". Es eso lo que supo ser en su tiempo. Los Pucará eran construcciones en lo más alto de los cerros y/o montañas desde los cuales los aborígenes tenían un dominio visual de sus alrededores, con lo cual, se mantenían alertas ante los posibles ataques de grupos enemigos. Allí tenían sus casas, sus altares, sus iglesias, sus lugares de recreación, sus corrales, etc. Todo aquello de lo cual constaba su grupo étnico. El Pucará de Tilcara, fue restaurado totalmente por dos arqueólogos, Juan B. Ambrosetti (1865-1917) y Salvador Debenedetti (1884-1930). Un monolito ubicado en lo más alto del Pucará esboza sus nombres y dice "De entre las cenizas milenarias de un pueblo muerto, exhumaron las culturas aborígenes dando eco al silencio". Es interesante verlo. Más allá de que la primera vez que lo visité me parecieron un montón de piedras con algún tipo de importancia, a través del tiempo pude ver cuál era dicho significado y lo pude disfrutar cada vez más. Además, en ésta ocasión tuve la chance de realizar mis habituales abstracciones, y contemplar el silencio de la zona, algo así como unos treinta purificadores minutos de mirada al horizonte, y sus alrededores. Mucha pureza junta. Mucho sentimiento inigualable. Lo disfruté mucho. Estuvimos con un guía que comentó muchas aristas interesantes de la época, y también dijo muchas veces "digamos", lo cual me perturbó bastante. Si hay algo importante en un guía además de los conceptos, es la dialéctica. Antes de entrar al Pucará (me olvidé de comentarlo), busqué en la entrada el encuentro que ya había sucedido en 2005. Resumo brevemente la historia. En mi primer viaje a la zona en 2001, el colegio nos hospedó en el Hotel del Turismo, en el centro del pueblo. Por ese entonces, el hotel contaba con una maletera, por llamarla de alguna manera. Esa pequeña era Liliana. Liliana cargaba los bolsos de un lado para el otro, corría, venía y jugaba al fútbol con nosotros, se divertía a la par nuestra. Tendría para ese momento nuestra misma edad (15-16 años) si no era algún año más
chica.
El año pasado, cuando llegué a la entrada del Pucará... la vi. Me pareció conocida en un primer momento. No pude resistir la tentación de preguntarle si era quién yo creía que era. Asi fue que me acerqué y luego de saludarla le pregunté si ella no trabajaba en 2001 en el Hotel. Así llegó la confirmación de que Liliana ahora era guía en el Pucará. Lo cual me alegró mucho en ese momento. Me saqué una foto con ella y entré al lugar pensando en esa situación que me dio vuelta todo el día en la cabeza, y traje conmigo al volver de Jujuy. Este año se repitió.

Al llegar a la entrada Liliana volvía a estar ahí parada. Yo estaba esperando al resto del grupo, con lo cual, repetí la situación. Me acerqué y la llamé por su nombre. Me miró muy raro. Casi tanto como el año pasado. Le volví a recordar toda la historia y allí dibujó su sonrisa. Lo primero que hizo fue reclamarme la foto! Entonces nos sacamos otra y le prometí que la dejaría en el colegio para que se la hicieran llegar. Me dijo que la iba a ir a buscar en persona, ya que la llevaban a conocer Puerto Iguazú este mes, lo cual también me alegró. Asi que, de no fallarme los cálculos, se estará encontrando con la foto en estos días. Ojalá le produzca alegría.
En fin, almorzamos una alta pizza a la parrilla, gentileza de Guille. Un poco de batucada de mediodía, y preparamos las cosas para ir hasta la Garganta del Diablo (Cuántas Gargantas del Diablo hay en éste país? Yo ya estuve en tres y contando [Cataratas, Salta, y ahora Jujuy] ).
Me ofrecí a ir al frente del grupo, porque iba Andrés sólo. Me dio el ok asi que encabecé a la troupe en ésta oportunidad. Un honor para mí. Al principio iba con Naty y Ceci a mis espaldas. Pero el aire escatimaba, asi que quedé sólo adelante, en el medio del paisaje. Al rato apareció el Pelado que venía corriendo subiendo la cuesta. Y así encaramos los dos hasta el cartel que indicaba la zona por la cual se llegaba a la garganta. Este fue otro lugar (insólito) para reencuentros. Había una 4x4 con una parejita y un guía identificado con una remera de alguna empresa de turismo de la zona. Era Walter. Walter el año pasado nos llevó a las Salinas. De hecho, está la anécdota contada en este mismo blog. Del 18/7/2005 (http://lucavive.blogspot.com/2006/07/primeros-dos-das-norte-05.html). Así es que me acerqué y le dije: "Walter!". Por segunda vez en el mismo día me miraron raro. Me dijo "Si?". Ahi le expliqué la situación y dijo haberse acordado de mi. Hasta me recordó que tenía una foto nuestra del año pasado. Lo cual es cierto. Tenía una buena foto mía y otros chicos en la Selva de Yungas, la cual nunca envió por mail. En fin, luego de despedirme de Walter, proseguí con el Pelado hasta abajo. En el final del camino nos esperaban para hacer un buen rappel de 25 m.
La vista del cañon donde nos proponían éste deporte era un poco impactante. Realmente me impuso un poco de respeto al principio. Pero después de dejar atrás eso, y ver cómo otros se sumaban a la bajada, terminé siguiendo ese camino. Estuvo muy groso. De los que hice en mi vida fue el mejor, sin dudas. Digamos que pude mejorar un poco mi técnica e incorporar los saltos, je. Retornábamos al pueblo con el atardecer. Era un largo camino y la noche nos sorprendía cuando estábamos a punto de volver. Antes de partir, una danza fue muy apropiada para despedir el excelente día. Con linterna en mano por algún imprevisto, y en fila prolija, emprendimos el camino. Llegamos tranquilos, luego de contar historias en el camino, y yo particularmente, luego de tener unas charlas metafísicas con otros caminantes. Como el día siguiente era libre, yo propuse a algunos ir a La Quiaca y a Yavi. Era una idea que tenía pendiente hace tiempo, y me había propuesto llevarla a cabo. Como broche de oro, pensaba cruzar a Bolivia, si la duración del día lo permitía. De ésta manera, una vez en Tilcara, los 15 o 16 que iríamos el viernes para esos pagos fuimos a la terminal a sacar los pasajes. Para nuestra hermosa sorpresa, para poder aprovechar el día, embarcaríamos a las 4:30 AM. Sí, leíste bien. Antes del amanecer estaríamos tomando el micro que nos depositaría en la ciudad más boreal de nuestro país. Punto limítrofe con los hermanos bolivianos. Después de cenar, si no me falla la memoria, fuimos hasta una suerte de peña en la otra punta del pueblo. Era medio antro la entrada, pero una vez adentro era más amena. Había mucha gente, y había mucho sueño. Estabamos un toque liquidados. Asi que tomamos algo, y al rato nos volvimos.

Viernes 4 de agosto

4:30. Arriba. La puta madre, qué temprano. Pero bueno, hay ganas, y hay voluntad. Creo que en mis 2 años y medio de laburo me levanté tan rápido y tan predispuesto para salir de la cama. En fin, será porque durante el año al levantarme me espera el subte lleno de gente, y en esta oportunidad, la plena Puna. Era una mañana un poco fría. Y teníamos poco sueño encima. Caminamos hasta la terminal, y empezó nuestra espera. No sería muy prolongada. Teníamos el dato que quizás tuvieramos que viajar parados. Nadie tenía asiento asegurado. Salvo una de nuestras astutas compañeras. Vimos llegar a la gallega con un embarazo de 5 meses. De un día para el otro tenía panza prominente. La yegua se había puesto un almohadón en el vientre, para simular un embarazo y que algún nativo desprevenido le cediera el asiento. Qué hija de puta! Había que tener ganas de llevar un almohadón a cuestas todo el día eh. Hasta bautizada la tenía! Por las dudas de que le preguntaran qué estaba esperando.
Llegó el micro y apenas subimos, planchamos. Las 3 hs que nos separaban de La Quiaca, previa parada de carga en Abra Pampa, fueron de sueño. Llegamos a la ciudad de destino, compramos los pasajes de vuelta y nos fuimos a desayunar. Café con Leche/Te con tortas fritas "Todo por 0,80". $1,60 más una poesía gratis era un buen desayuno. Una señora entonó una poesía en referente a las madres kollas. Muy buena. Casi lagrimea del fervor en la entonación. Al salir de ahi, buscabamos transporte a Yavi. Por $2 c/u, un sujeto nos llevó en su Traffic hasta nuestro destino. Hicimos esos 20 km rápidamente y empezamos a caminar por el pueblito. Está habitado por 70 personas y su principal atractivo es la Iglesia. Completamente revestida en oro, data del siglo XV o XVI. Es muy pintoresca realmente, al igual que el mismísimo Yavi. Al par de horas de haberlo recorrido, volvíamos a La Quiaca, con el mismo vago de la Traffic. Y Bolivia nos esperaba. El paraíso comercial, Villazón, como cualquier otra ciudad de frontera, con precios accesibles y mercaderías clandestinas (todo legal eh). Cruzamos la frontera previo chequeo de documentos, y estuvimos dando vueltas mercantiles durante un par de horas. Después de un rato entramos a comer en un "restaurant" tipo Once, en el cual le entramos a un pollo con papas y arroz. Lo sorprendente fue ver un plasma de muchisimas pulgadas en un lugar de éste estilo. Pero bueno, después de eso, ya no me sorprende ninguno de los contrastes que había visto previamente en la zona. Todos compramos un par de cosas. Pero había que volver a nuestra tierra. Y pasar el control. Andrés había comprado una juguera y no se qué otro artefacto, sin saber que todo lo que tiene motor, tiene que ser registrado en la aduana. Así, debía hacer una fila de aproximadamente hora y media (según los cálculos del gendarme), cuando teníamos que abandonar La Quiaca en 30 minutos. 100% Argento, acudió a las famosas "pasadoras" de mercadería. Les tiro un 5 y sin saber si las volvería a ver, pasó la frontera desprovisto de sus bolsas. Las cholas cruzaron el río (que en ésta época está seco) y le entregaron fielmente sus mercaderías. Así fue que llegamos a la terminal, y volvimos a Tilcara en tiempo y forma. Cenamos contando nuestra aventura del día (los demás habían ido a unas cuevas, que también parecían interesantes) y finalizamos la noche en la Peña del Club Terry. Bailando hasta tarde y despidiéndonos de Tilcara.

jueves, 17 de agosto de 2006

Cara a Cara

Hola. Cómo estás? Pensé que no te iba a volver a ver en mucho tiempo. Realmente lo pensé. Supuse que te habías ido, quizás más lejos de lo que yo podía imaginar. O te habré querido olvidar de repente? No se. Estuviste tanto tiempo conmigo que hasta podría reconocer tu sombra, o tu aroma, o tu presencia a mi lado. Tal vez podría distinguirte cerca mío, aunque tuviera miles de personas a mi alrededor, yo sabría que estás ahí, que llegaste para quedarte. De todas formas no se por qué me visitás tan esporádicamente. Aunque lo prefiero así. Creo que la carrera la lidero siempre. Aunque vos corras tan rápido como para pisarme la cabeza y pasarme por encima. Muchas veces lo hiciste, y siempre creo que me estás respirando en la nuca. Que mis pasos, mis corridas, mis saltos, nunca son suficientes para vos. Tenés un plus que te hace más fuerte. Como los deportistas que se destacan en lo suyo, como los escritores que imaginan realidades, como los pintores que dibujan almas, como tantos otros que hacen único lo suyo. Vos no sos la excepción.
A veces me gustaría pensar que no existís. Que el mundo sigue siendo una realidad sin vos. Desconocer el sentirte. Desconocerte. Pero no se puede, parece que no hay forma. Tenés tantas facetas que es imposible dominarte, o controlarte de algún modo. El control se puede ejercer, pero siempre tenés la gota que rebalsa el vaso y exigís empezar de nuevo. Nunca te dejás vencer. O mejor dicho, siempre tenés que lograr algo más allá de lo que me pueda hacer sonreír. Para todas mis risas, vos tenés todos mis llantos. Para todas mis alegrías, reservás todas mis tristezas, y lo que es peor, ante todas mis victorias, vos tenés mil fracasos.
Y cuando menos te necesito venís. Cuando no te llamo tocas la puerta como pidiendo permiso, pidiendo que no te olvide. Ya te expliqué que no puedo hacerlo, pero vos insistís. Me conocés y sabés que te empujo hasta dónde llego, lo cual ya es bastante. Hasta te diría que me siento un virtuoso algunas veces. Hasta que me clavás el puñal por la espalda. Entrás por dónde menos te espero y, una vez más, me derrotás.
Es así que me despido de vos. No se hasta cuando. Pero te pido una cosa: dejame ser. Entendé de una vez por todas que no me puedo (ni me quiero) quedar con vos para siempre. No me sirve demostrarte que detesto tu compañía, porque conozco tu rigidez y se que vas a volver, tarde o temprano. Y eso te lo digo en cada despedida. Pero parece que no entrás en razón. Así es que sólo me queda soñar con no volverte a ver. Sólo resta disfrutar cuando no estás, y prepararme para tu llegada, aunque la mayoría de las veces no es anunciada. Y aunque me avisaran cada vez que vinieras, creeme Tristeza, que no me gustaría volverte a mirar a la cara.

viernes, 11 de agosto de 2006

NOA ' 06 : episodio dos

Martes 1 de agosto

Es muy temprano en la mañana, hay que desayunar rápido. Ni ganas de levantarme. Pero nos vamos al segundo lugar de la travesía que desconozco. Y uno de los cuales más ganas tengo de conocer: Iruya. Iruya es en Salta, atravesás todo el "principio" del zapato jujeño para llegar allá. Vas subiendo la cuesta y ganando altura, hasta chocar con el pueblo, empotrado en el medio de la montaña. Al menos eso me contaron.
De ésta manera, el grupo se fracciona en dos. Los que vamos en el micro que "chartea" Ruphay, y el micro de línea. Dado que es lo mismo me apunto en el micro de la empresa. Unos pocos van en el otro. El micro emprende camino y hace una parada en dos o tres puntos para fotografiar el paisaje. Esos puntos son la pequeña localidad de Iturbe, y después carteles en la ruta que van indicando altura y destino final. El chofer le puso un poco de onda y rocanroleó un poco con el stereo antes de llegar, mientras surcaba las cornisas camino arriba. Bastante fino manejaba el amigo. Más de uno se quedo duro en el asiento mientras pasaba cambios. Nadia, una de ellas. Y eso que la incentivabamos para que agitara. Pero nada. Todo bien igual. No perdió onda por cagarse en las patas.
Y así llegamos. La puta madre, qué buen lugar! Bajamos un poco antes de la entrada del pueblo. Y llegamos caminando. Como River a la Bombonera. Con pecho inflado y cuerpo erguido. Y ahi respirás, loco. Respirás aire puro. Ese aire que en tu vida vas a conocer si vivís encarcelado en la jungla de cemento, como habitualmente se la llama. Cuanta verdad que hay en esa frase. No es ni más ni menos que una selva de pavimento que te aliena. Pero cuan necesario es romper los esquemas! Si no, no conocés la pureza.
Y bue, Iruya era todo en ese momento. Avisté una cruz bastante grande en una cima no muy lejana, y hacia allá encaminé. Fuimos varios los que nos mandamos, hasta que finalmente casi todos. Era todo subiendo. Pero como valió la pena. La vista de ahi era increíble. Increíble. Almorzamos en el mirador, y contemplamos un rato después de sacar varias fotos de distintos ángulos. Durante la bajada, nos encontramos con una escuela y el ingreso de los purretes entonando la marcha de San Lorenzo. Interesante detalle. Estuvimos el resto de la tarde dando un par de vueltas por ahi, y distendidos al sol esperando el micro que nos devolviera a Humahuaca. A la vuelta fui sentado a la diestra del fercho, viendo más de cerca las cornisas y los picos, lo cual fue sumamente atractivo. Mientras tanto sonaba la cumbia y caía la tarde.
A la noche, después de la cena, vino un grupo local a tocar unos carnavalitos y unas músicas andinas, bailamos, cantamos, etc. Kilombo generalizado en el albergue. Después de ahi, fuimos hasta una suerte de peña, en la cual permanecimos poco porque ya pintaba el cansancio. Me acuerdo que había unos tíos tocando, y una pareja que bailaba, pero la mina más que escondido parece que bailaba árabe. Un desastre. Un atentado a las costumbres.

Miércoles 2 de agosto

Es tiempo de dejar atrás la ciudad que da nombre a la Quebrada. Hoy es un día largo, heavy metal de viajes. Metemos todos los bártulos en las mochilas, cargamos el micro, despedimos al viejo del albergue, y Au Revoir! Salimos jugando desde el fondo y encaramos la ruta una vez más. La primera parada, con guía incluído (que también recitará "No te rías de un colla") es en Uquía. Un pueblito de ruta más que de Quebrada, con una Iglesia que data del 1600 que tiene los originales de unas pinturas que fueron traídas y restauradas del Alto Perú de esas épocas. Las pinturas consisten en los denominados Arcangeles Arcabuceros. Son representaciones de cómo los aborígenes imaginaban a los angeles por esos tiempos. Más que interesante diría yo. En cuanto a cultura, creencias, religión y arte. Es como un combo de interés. De todas formas hay mucha gente a la que todo eso le importa un bledo. Calculo que también es normal.

Seguimos viaje. El próximo destino es la señalización del Trópico de Capricornio. No crean que está la línea punteada en el piso eh. Parece una aclaración pelotuda pero una vez escuché a alguien preguntar dónde estaba dicha marca. Demasiado sutil. A decir verdad, hay un monolito que indica dicha zona, y un cartel verde de ruta con esa leyenda. Sigamos. Parada de rigor cerca de Tilcara para cargar termos, comprar algunos sólidos, y luego será turno de la foto en ruta frente al 7 colores. Linda postal. Y ahi sí. Pisa el acelerador y nos bajamos en las Salinas.

Las Salinas Grandes son un tema aparte. Es un lugar que personalmente me gustó mucho la primera vez que lo visité, a pesar del viento y el frío que hacía. Y del extenso que viaje que requiere desde la ruta, a través de la Cuesta de Lipán (en honor a Tomás, el cantante), hasta llegar a la meta. Pero tiene un sabor especial (más allá del sabor salado). Es un paisaje único. Raro. Poco habitual. Porque si bien es desierto de sal, no creo que un desierto de arena tenga una imagen parecida. Las pocas construcciones que se levantaron ahí son, lógicamente, de sal. Trabajan en las Salinas gente de escasos recursos, de sol a sol. Niños, jóvenes, adolescentes, adultos y veteranos. Sin distinción de edad. La mayoría de la gente viene de San Antonio de los Cobres, pueblo situado a menos de 50 km de allí. Se manejan en bicicleta, o en algunas camionetas que hacen las veces de transporte público en la zona. Parece que la forma de trabajo es onda cooperativa, pero no quedan del todo clara las formas. Sí queda claro que ganan la moneda para la subsistencia. Los chicos en gral dejaron la escuela para volcarse al trabajo. Es un poco complicado el asunto. Nada de elecciones. Más bien obligaciones. Es un lugar que conserva cierto tipo de magia para mí. Pero bueno, es una apreciación subjetiva. Un poco personal. Este año le agregamos un poco de pimienta. Apenas bajamos del micro un tipo pisaba un cuero. Le puse el grito y me habilitó el balón, del cual no me despegué hasta volver a subir al cuatro ruedas. Entre pases, cambios de frente, jueguitos y corridas pasó más rápido la estadía ahí. Cuando me di cuenta, ya estabamos volviendo. Lo mejor de todo fue que ésta vez conocí Salinas cálidas. No corría ni viento, ni brisa, nada. En pura remera estabamos todos. Mejor, imposible.

Y anclamos en Tilcara. Nuestra última estación para pernoctar tres días. Un albergue a cuatro cuadras de la plaza, y a cuatro cuadras del Hotel del Turismo, donde estuve en mi primera visita allá por el 2001. Cuartos de 5 , 3, 8, muchas personas. Ésta vez, Maxi se aleja de nosotros, y así mantenemos casi la misma formación que en Humahuaca (Seba, Colo, Marce, Pelado y yo). Que caripelas. Aromas matinales que bien podrían estar contenidos en un Poett. Mención especial para Marcelo. Un jugador distinto. Nunca vi nadie con esas capacidades, pero bueno, ese es otro tema. Después de tocar un poco con Marce y Martín con unos vagos que estaban parando ahi, que eran de Flores y tocaban por éstas fechas en un pub, cenamos y salimos a recorrer un poco la noche del pueblo. Terminamos en la YPF con un borracho local que nos invitaba a su casa, pero estaba muy jugado y desvariaba bastante. A la vuelta, hubo batucada en la pieza. Unos buenos sonidos y el punto de fusión entre pandeiro y bongó. Creo que fue realmente la primera vez donde hicieron conexión. Y después fue todo más fácil.

Así terminaba el día, y la nueva primera impresión (ya la tercera en mi haber) de Tilcara. Mi preciado pueblo de Tilcara. Hay algo mejor en algún lugar? Yo, todavía, no lo conozco.

miércoles, 9 de agosto de 2006

Invierno 2006 : NOA y más

Una vez más, y ya por quinta vez, el Ruphay me sumó entre sus filas. Por segunda vez consecutiva, y tercera en mi vida, me aventuro al NOA. Una vez más en búsqueda de mi lugar en el mundo. Para los que me conocen creo que ya no hace falta que aclare cuál es, y los demás, se quedan con las ganas. Es bueno que mantengan un poco la intriga. Desde el viernes 28/7 al domingo 6/8; una nueva historia viajera que despertaba de la modorra. Pasó un poco de ésto...

Viernes 28/7

21:30, horario de encuentro en la facultad con rumbo norte. Una nueva vuelta a las bases de la cultura aborígen y las huestes de un mundo que nunca imaginó desembocar en lo que hoy en día conocemos como planeta y sociedad. Nos volveríamos a encontrar con gente desconocida en busca de nuevos lazos y con viejos conocidos que harían más ameno el viaje. A decir verdad, sólo conozco a algunos viajantes (Maxi, Colo y Romina) pero vuelve a viajar Guille (Willy) al mando de la cocina, coordina Andrés, y Graciela y Rafa alegan venir de vacaciones. Se sucede la presentación de las cuarenta y pico de almas arriba del micro, caramelo va, caramelo viene, y así pasan los primeros momentos. No puedo imaginar todas las puteadas internas (más las externas) que me tiró la gallega cuando le otorgué el dulce trofeo. Era necesario.

Primera parada, San Nicolás. Nada de virgen. Algo al estómago, cena mediante, y luego volvemos al bólido para dormir y pasar un poco la noche.

Sábado 29 de Julio

Es el cumpleaños de mi hna. Y yo de gira. Igual de buen tipo que soy le dejé el regalo ayer antes de irme para conformarla y que no sufra mi ausencia (como si la sufriera...). El viaje sigue su curso normal y desayunamos en Santiago. Después de almorzar, y de todos los clásicos entretenimientos a bordo, en los cuales "Los Angeles de Coco" se vieron victoriosos (me pregunto yo por qué la yegua de Vivi se clavó las Magdalenas sola y ni las entregó), arribamos a Salta. Salta, la linda. Es la traducción exacta de su nombre, exacta y literal. Esa fue una de las cosas que no sabía de la provincia de Martín Miguel de Güemes y Ricky Maravilla y aprendí ésta vez. Siempre se suman buenos datos. Nos alojamos tal cual el año pasado en la Secretaría de Deportes de la ciudad, una onda CENARD local. Un poco cansados del viaje, nos acomodamos en las populares habitaciones y nos dispusimos para la cena. Antes de salir de gira, pintó la música (http://www.youtube.com/watch?v=JQqEnieKjKo) y después de cenar, fuimos en búsqueda de peñas por "la Balcarce", una de las calles céntricas y dónde está toda la movida de la noche salteña. Hubo división de grupo, locales llenos y terminamos en el pub "Etc". Muy poco autóctono. Creo que lo único que había de Salta ahi eran borrachos. Yo había estado ahi el año pasado. Es más, casi no me dejan entrar. Finalmente estuvo bueno y por eso me surgió recomendarlo para aventurarnos ahi esa noche. Y no me equivoqué. Fue un éxito. La pasamos realmente bien animando la fiesta salteña. Dijimos que el pelado cumplía años y dale que va. Cinco o seis veces el lugar entero lo ovacionó. Y el elevó sus manos cual Perón en 17 de octubre. Fue la noche de "La banda del Chapulin" (Eu). Finalmente, y luego de resaltar toda la noche, nos llevamos una birra fría antes de irnos. Y a dormir.
Al volver, una de nuestras femeninas integrantes, la cual se había tomado hasta la molestia, estaba un tanto desbocada, y poco más entra a los gritos limpios al polideportivo. Cuando llegamos, el sereno nos mira, y siendo las 4 Am ella le propone un "Buenos díiiiiiiiiiiasssss". Triste escena. Mañana será otro día.

Domingo 30 de Julio

La gris mañana pedía quedarnos tapados hasta cerca del mediodía. Pero la excursión pactada el día anterior indicaba Cachi como destino dominical. Entre el frío, las nubes y un veloz desayuno, salimos en tres combis con un guía por habitáculo, y a subir la cuesta. El sujeto que nos hablaba realmente contó algunas cosas interesantes, localistas, defensoras de lo propio. Igual dijo la misma mentira que todos los salteños, cuando hace referencia a que su provincia es lo mejor del NOA. Error. Retrocede dos casilleros.
De un momento a otro empezamos a atravesar las nubes de abajo hacia arriba, y el día se va despejando. Es una vista privilegiada. El desierto de nubes queda atrás y las fotos son cuadros.

En la ruta nos encontramos con Andre, que ya sola en la región estaba yendo al mismo destino. Grata e inesperada sorpresa. Volveríamos a encontranos en el pueblo, con mini caminata incluída. Volvamos al relato...
Llegamos al pintoresco pueblito luego de un rato de camino y de chistes santiagueños en estéreo. El almuerzo lo tomamos en una suerte de restaurant próximo a la plaza. Ahí clave un cabrito al horno, junto con Lucila, y los demás le entraron a las empanadas, y hubo otros que pidieron pastas y locro. Recorrimos alrededor de 1 hora y media el pequeño grano de montaña, y emprendimos el regreso, por la Ruta del Tin Tin, si no falla mi memoria en la denominación.

Al volver a la ciudad, subimos en Teleférico el Cerro San Bernardo. Yo lo había hecho de día y estaba bueno. De noche también resulto así. Estaba bien fresco. Fue una visita breve pero no por eso menos efectiva. Hubiese estado bueno bajarlo o subirlo caminando a esa hora (me gustaba más la última opción), pero en esa idea estaba más sólo que Hitler el día del amigo. El frío y las ganas de llegar intimidó un poco a la gente.
Por la noche si fuimos en busca de una peña. "La Panadería" nos recibió con los brazos abiertos. Estaban cantando cuatro mujeres, de las cuales la estrella era una gordita de Cerrillos con gran caudal de voz y un poco de carisma para animar a los turistas. La "china" y el gaucho que bailaban adornaban los temas y levantaban al público cuando lloraba la chacarera. Dicha oriental autóctona vino a por mí al piso de arriba y me invitó a bailar. A lo cual por supuesto no me negué. Y tuve que paletearla un poco, y recordar cuando en cuarto y quinto grado bailé Pericón. El gaucho se ortivó y no me tiró ni un centro, pero la china era amigable y seductora, y supo guiarme a través de los minutos. Dio la casualidad que el pelado seguía cumpliendo años. Así, desde mexicanos hasta pampeanos le cantaron el feliz cumpleaños. El pelado también bailó. También el Colo, que tiraba taquito domador, le faltaba el caballo y el payador de Jesús María. Y así transcurrió la última noche en Salta. Al otro día quedaba un mediodía, y nos ibamos al Zapato.

Lunes 31 de Julio

Vamos de City Tour. Saquen las cámaras mis japoneses amigos. Flashes listos que empiezan las iglesias. Hubo muchas quejas y resoplidos por tanto templo católico. Pero al menos a mi me cabe conocer la parte histórica de cada lugar que visitó. Será que disfruto esa materia en general, por eso no me disgusta. El guía iba con megáfono a fondo y nosotros tras él. Eso si me choca un poco. Contemplamos en la Catedral local dos imágenes de Cristo y la Virgen de la Merced, empotradas en el altar específicamente porque se desarrolla una ceremonia particular una vez al año, donde todos los niños de los establecimientos escolares provinciales visitan la Iglesia Madre y veneran las imágenes. Donde no pudimos entrar fue al museo arqueológico, donde dentro de poco exhibirán las momias de ... de ... se me fue el nombre. Georgi se moriá por entrar y su cara empalideció cuando le dijeron que justo los lunes estaba cerrado. Pintaba interesante y nos dejaron con las ganas. También pasamos por una casa histórica que supo ser sede de la presentación de las quinceañeras de familia Patricia (alta elite salteña) de antaño, y ahora es paseo de arte o algo así, algo fashion de la década del '90 o del siglo XXI.

Bueno, vamos para Jujuy, basta de Güemes, Chaqueño Palavecino y Tren de las Nubes. Pero antes, compras de rigor. Degustamos alfajores, compramos yerbas y condimentos, hojas de coca seleccionada. Pero Marce y yo no podíamos quedarnos viendo el bombo que yacía en los estantes y nada más. Optamos por llevar dos, y a otra cosa. Casi los sacamos por 30 pesos, que valían juntos 50. Pero el gordo vigilante que nos lo vendió, alertó al inocente cajero nativo y nos cobró $40. La batucada iba tomando forma. Los bombos se sumaban al bongó, al pandeiro, y que se pudra.

Ruta. Más Ruta. Charlas, música, varieté. Y ahora si, entramos en la provincia que indica el norte en nuestra geografía. Y la primera parada Quebradeña. Primer sitio que no tengo en mi retina. Y la verdad que me gustó. Tumbaya en silencio se rinde a nuestros pies. El viento y el gris del cielo lo convierte en pueblo fantasma. Parece totalmente deshabitado, pero descubro entre las persianas a gente que observa. Gente que no se quiere dar a conocer por conservar lo suyo y mantenerse al margen. Caminamos cuesta arriba hasta el cementerio local, que como todos los de la zona, se ubican en lo más alto de los pueblos, en los cerros, de acuerdo a una creencia de cercanía de las almas con el firmamento, a modo de conexión y descanso de las mismas. Más que interesante desde mi óptica. Dimos unos giros por las manzanas, la iglesia, y tiré unas fotos con un changuito que compraba fruta para su flia, no pasaba los cuatro años, y me preguntó si me quería sacar una foto con él. Acepté gustoso. Y guardo así ese recuerdo. Grato, muy grato. Otra de las charlas que calculo será difícil olvidar en el tiempo.

Esa tarde también paramos a sacar fotos en la ruta, justo frente a Maimará, donde varios chicos te acercan un souvenir con un papel con la dirección de una escuela necesitada de útiles, ropa, y todo lo que seas capaz de enviarles. Las necesidades son grandes, y todo sirve ahí. Recuerdo gente llorando el año pasado en este mismo lugar. Es un poco duro.

Finalmente, Humahuaca nos recibe. En el atardecer, un colla (o coya, también escrito así) nos recibe luego de pelearse con otros amigos en la entrada de la ciudad para ver quien es el que sube al micro a ganarse unos pesos. Nos cuenta de la ciudad, de las actividades (económicas, comerciales y educativas), anécdotas de cuando la selección perdió contra el equipo local 9 a 1 aclimatándose para una Copa, y muchas cosas más. También recita dos poesías (que transcribiré más adelante). Nos hace una recorrida por la plaza y nos comenta algunas costumbres que también serán detalladas luego. Es un breve reconocimiento de nuestro lugar por dos días. También entramos a la Iglesia, y conocimos al reconocido (y permitanme redundar) padre caritativo del lugar, que ha ayudado mucho a la gente y se ha preocupado a través del tiempo porque la región progrese (http://www.clarin.com/diario/98/11/22/e-05301d.htm). Esto que digo no es conclusión mía, si no de un lugareño que nos supo contar algunos detalles e hizo referencia de esa manera al padre que cito.

Dejamos los bolsos en el albergue y caminamos otro rato. También escuchamos a un hombre hablarnos de la vida en Humahuaca. Un tipo que supo ser comisario de la zona, y que se yo cuantas cosas más. Sumé a mis charlas localistas, un purrete que de Jujuy se fue a probar a Estudiantes, y volverá por más en Diciembre. Zurdo enganche, tímido con la voz, pero seguramente desenfadado con el cuero en los pies.