martes, 23 de febrero de 2010

Palabras más, palabras menos

Cada vez que paso por éstas líneas ya escritas, y sabiendo que siempre hay algunas más por venir, me pregunto qué podría escribir el día de hoy (sabiendo que tengo ganas de expresar muchas cosas, desde hace rato, pero siempre terminan flotando y sólo plasmadas en el mismísimo éter). Cada vez que repaso algunos blogs que sigo, pienso también en otras tantas cosas que me bajan en ese momento y, últimamente, siempre falta el click para poder empezar a contestar o relacionar directamente desde éste espacio.

Es cierto también que a veces no logro discernir entre temas que creo tienen más prioridad que otros, y que necesariamente deben ser expulsados por estar desbordando de indignación o por el simple de hecho de saberlos escritos para poder releerlos y pensarlos de vuelta en una próxima ocasión, o viaje de repaso de lo ya volcado.

Lo real es que todos los días son merecedores de al menos cinco renglones. Pero no se hacen realidad.

Hay muchos días seguidos en los que privilegié el silencio. Tragué vocal a vocal, con un jugo de consonantes, todo juntito y sin respirar. La bocanada de aire llega al final, qué paradoja. Me arrepentí de cada uno de los minutos seguidos en que elegí callarme. Tarde o temprano llega la factura y el saldo es un poco más complejo en la balanza con el dinamismo que hubiera logrado pagando al contado, y expulsando en el momento correcto cada palabra de mi boca.

Hay otros tantos en que escucho los gritos salir de adentro. Retumban, sin eco. Constantes y apremiados.

Ya van a salir.