martes, 17 de noviembre de 2009

El error que cometo

Mirar de cerca la cornisa es bordear la indignación, casi al límite. Quizás estemos asimilando la situación, pero no sabría si las condiciones están dadas para afirmarlo. El camino sugiere el puntapié del tablero, y de las piezas al mismo tiempo, disipadas por el éter.

Tal vez funcione. Pero tal vez haya un plan B.

martes, 3 de noviembre de 2009

Nueva York - Día 1


Llegué a Ezeiza muy tranquilo; como dos horas y media antes. Hice el check-in y preembarqué. Di vueltas y escuché música hasta que llegó la hora señalada. Subí saludando a la tripulación, que no hablaba ni jota de español, pero si un portugués muy delicado. Era muy temprano realmente. Me senté con mucho nivel de sueño en sangre, esperando ávido la partida del avión. En el mismo delicado idioma de Vasco Da Gama me contaban por el sistema de audio que el vuelo estaría demorado unos minutos, que se transformaron en dos extensas horas y un puñado de minutos más hasta que empezamos a carretear.
Raro el tema del idioma. Una gran aerolínea como TAM y nadie hablaba español o inglés. Sólo se notaba que el piloto leía las indicaciones de seguridad y del clima; y que las azafatas sabían de memoria cómo y qué ofrecer al momento del snack, así como las posibles opciones por las que el pasajero pudiera inclinarse. Me indigné realmente. No por no darme a entender con la tripulación; más que nada porque me parece una cuestión pura y simplemente lógica. Posible causal de malentendidos y problemas a bordo; además de una gran batería de quejas en los mostradores y call centers de los brasileros.
Llegamos a Guarulhos (San Pablo) muy tarde. Demasiado. Estaba claro que perdíamos la conexión. Se suponía que en una hora ibamos a descender y subir a la nueva nave, pero de arranque tardamos dos en salir desde Baires. Triste. Mientras a nosotros nos separaban a un costado a grito pelado (eramos siete u ocho gatos locos), quienes conectaban con Río, Fortaleza, Buzios y otros mil destinos locales seguían su camino, sonrisa mediante. Yo los miraba. Tenso.
Casi en voz baja nos comentaron que, obviamente, habíamos perdido la conexión; y por lo tanto nos brindaban alojamiento desde esa calurosa mañana, hasta que se hiciera de noche y el vuelo nos sacara de ese feísimo aeropuerto. El Hotel Matiz era el destino, a pocas cuadras de ahí. Esperamos en la puerta durante una hora de reloj a la combi que nos llevó al alojamiento, porque quien nos guió hasta la parada... casualmente le pifió a la misma. Algo más?
Entré a la habitación que me tocó en suerte... e intenté relajarme un poco. Comí algo, dormí un rato, y vi un rato El Show del Chavo en portugués (allá es Chaves). No es lo mismo. El idioma le saca onda, definitivamente. Se hizo la hora y volvimos a Guarulhos. Despachamos el equipaje.Otra vez.

BrasileradeTAM: Destino?
Yo: Nueva York.
Brasileranoentiende: Eh?
Yorepito: Nueva York.
Brasileradensa: Mmm...Eh?
Yoparco: NUE-VA-YORK.
Brasileragastándome: Ahhh...Nova Iorque?
Yo: ...

Hicimos la fila de aduana, hasta que los vigilantes de la Federal brasilera nos reclamaban no tener sellado el pasaporte de entrada al país. Flaco! Nunca entré! Uds me sacaron! No me sellaron el fucking documento y encima me quieren retener! Na. Tuvimos que volver a los mostradores a pedir una carta de pasajeron en tránsito, hasta que nos dejaron pasar, casi bordeando la hora de embarque y asemejándonos a una célula dormida terrorista. A ésta altura, ya tenía los huevos al plato listos para ser acompañados por una ensalada rusa y tal vez unos mariscos. Claro está, los federales tampoco sabían algo más que portugués.

Ya dispuesto a disfrutar del sistema de entretenimiento a bordo, descubro que la película se puede ver en portugués, en inglés y en inglés subtitulado en portugués... me doy.

Me voy de Brasil. Basta. Me espera la Gran Manzana. Allá lejos, después de muchos kilómetros. Nova Iorque, a por ti!