viernes, 12 de enero de 2007

This is freedom

Me voy. Dejo atrás la hipocresía del cemento para introducirme en el planeta tierra. Pero en el verdadero planeta. Ese que nos alberga hace tiempo y de vez en cuando es capaz de brindarnos algunas satisfacciones. Con sol o sin él, me voy. No me importa quién viene conmigo, sólo me preocupo por alejarme. Y cuanto más distancia, más satisfacción. El gris del aire cambia por el celeste del cielo, y lo blanco del sonido puro. No quiero interferencias en la conexión, es lo último que pediría un día como hoy.
Habrá mucha gente, como hasta donde permanezco hoy, pero pensarán de otra manera. Cuando cambia el contexto la mente suele adaptarse al mundo que uno le propone, y no el mundo que nos deja ver. La mirada se extiende en el horizonte y sólo divisa resplandor. Las nubes de la memoria se dejan persuadir y abandonan nuestro universo al menos por unos instantes. Sabemos que volverán pero no todo será lo mismo. No después de haberme empapado de verdad, y no de falacias y vulgares respuestas rutinarias.

Gracias por todo, pero yo me voy.-

sábado, 6 de enero de 2007

De oscuridad

La soledad de las paredes y el fresco aire que redibuja el sistema de mis coordenadas, invaden desde afuera y se entrometen en mi mundo. Mi mundo perturbado por la noche que se queja del agobio, y que se enfrenta a la melancolía. La amistad entre la nostalgia y el inconciente es casi imperceptible, pero está latente. Se hace corpórea y enfrenta la decisión de pensar en todo lo que supo ser, fue, o pudo haber sido. La confirmación de los actos hace ver que los caminos siempre son dos, y el sendero que brilla es el que siempre vence. La estadística diría que últimamente los sentimientos se aburguesaron y más del cincuenta por ciento de las almas se olvidaron del significado de la caricia, el abrazo y la palmada en el hombro. Por las venas fluye el sentido de todo aquello que cruza los nervios, y me recuerda cómo se siente sentir (valga la redundancia). Quisiera volver a sentir esos momentos que llevo en la memoria cómo si hubiesen pasado ayer… ese dejavú constante que es mi camino, todas esas personas que afectaron el recorrido lineal que acostumbramos llevar, y que tantas modificaciones pudieron hacerle, para llegar acá. Éste es el momento de arrepentirse de ese saludo negado, de esa palabra sometida, de esa negligencia de la retención y absorción de tantas cosas que deberían haber sido dichas. Todo eso que no le dije tantas veces a ella, todas las ilusiones que tuve con él, y todas las palabras que olvidé por ellos. Hay tanta deuda al final del balance que podría terminar completamente en rojo. Pero la balanza se pesa de los dos lados. El peso es tan complejo que no puedo discernir por dónde flaquea. Flaquea y mucho. Pierde como un tanque de nafta pinchado, aunque desearía que no afecte el andar. Eso resultaría más pesado que cualquier tonelada.
El ciclo suele repetirse en la oscuridad. Quizás alimenta fantasmas, o los invita a presenciar la batalla entre el deseo y el olvido. Al final de todo nunca se sabe cómo termina. La persiana no se vuelve a levantar hasta que ellos llaman, a través de una mirada, de una lectura, o de una simple canción. Como si se tratara de un buen mago, se crean las ilusiones, y hay muchos nudos que se pueden cortar sin desatarse, pero no siempre la carta que elegimos, es la que el mago quería que fuera extraída del mazo para ser descubierta. Preferiría que sigamos buscándola para ver si congeniamos…de manera que el truco nunca termine. Y así seguimos la liebre sin agarrarla, preguntándonos por qué corre tan rápido y tiene tanto dinamismo. Nunca se va a detener a explicarlo, pierda cuidado. Lo que si quisiera preguntarle al mago, es por qué hay tantos conejos que salen de la misma galera.