lunes, 16 de abril de 2007

Quilmes Rock : Día 3

Sábado 14 de abril. Salteamos el viernes. Keane no nos tuvo ahi mirando.



Llegaba el sábado y las expectativas eran buenas. Kapanga se destacaba, agregando a "el Tri" y "Ojos de Brujo"; para concluir con Intoxicados y cerrar con Los Piojos.



Lamentablemente, la fila era interminable, y tras una hora de caminata y espera entramos con los mexicanos ya tocando su gritón Rock & Roll y su chingada madre. Un cantante tribunero que lo único que hizo fue saludar a "la banda rockanrollera" del Quilmes y a putear a los que no habían ido. Su mejor momento fue "Triste canción de amor", lo cual demuestra su bajo nivel y su necesidad de recurrir a sus amigos de La Renga para que el estadio los aprobase, y tener que "tribunear" hablando de Cromagnon y presentando una canción al respecto.



Ojos de Brujo... qué podemos decir? Nadie conocía mucho de ésto, y de repente empezó a sonar el flamenco en un festival de puro rock. Un flamenco extraño con DJ's, con tintes políticos, y otras yerbas. La gente soportó tres temas, y empezaron los silbidos y el "Vamos vamos Los Piojooooooos!!!". Hasta ahí era entendible, pero algunos fueron más allá y la lluvia de objetos contundentes sobre el escenario se hacía notar. La cantante dijo que los entendieran, que venían de muy lejos a presentar lo suyo, pero no hubo caso. La ovación cayó (junto con varios elementos de grueso calibre) cuando anunciaron su último tema. Un perfecto fraude de la organización.



After paty & coca, nos aventuramos al firme campo para alistarnos a ver a Cristian "Pity" Alvarez y sus Intoxicados. Se instaló una parodia de "Grandes Valores del Tango", con un cartel que enunciaba "Grandes valores del rock, de ayer, de hoy y de siempre". Dady Brieva condujo la introducción presentando a cada uno de los músicos, los cuales veían a sus flias que estaban sentadas en mesas sobre el escenario.




Intoxicados empezó su show con "Fuego", siguiendo con temas como "Reggae para los amigos", "Quieren Rock" y clásicos de Viejas Locas como "Perra", "Mi Flor"y "Simpática Demonia". Buena presentación. Incluyó una versión de "un beso y una flor".



El núcleo de la noche eran los de Palomar. Andrés Ciro y sus muchachos demoraron la entrada y finalmente explotaron en River junto a los trapos y la banda que los sigue a todos lados. El campo estaba casi colmado, y apenas sonaron los primeros acordes el piso empezó a moverse.





Empezaron a desfilar los hits que catapultaron a Los Piojos al lugar que tienen hoy. Me refiero a "Labios de seda", "Luz de Marfil", "Todo pasa", "Morella", "Desde lejos no se ve", "El farolito/Muevelo", "Genius", "El fantasma", "El mendigo"; y párrafo aparte para el momento, a mi juicio, del show. Primero fue colgar los botines del más grande del mundo y dedicarle el tema que seguía. La "intro Maradó" fue expulsada de todas las gargantas, y se desató el pogo del D10s del fútbol. A la par de toda la canción, imágenes de escalofriantes gambetas y mágicos regates maradonianos, pusieron la piel de gallina, en pleno Monumental. Y después, con armónica en mano y dedicándolo a todos los héroes de Malvinas, sonó el Himno Nacional Argentino.





De fondo, en los plasmas, una espalda con las islas tatuadas y un piojito. River saltó y gritó "el que no salta es un inglés!". Tremendo. El cierre vino de la mano de la lectura de las banderas y un sonido de murga que acompañó la retirada.



sábado, 14 de abril de 2007

Quilmes Rock : Día 1

Y finalmente llegó el día tan esperado... el 12 de abril se presentaba a priori, como la noche dispuesta a pelearle cabeza a cabeza al domingo 15 el estrellato del festival... y la verdad, no defraudó. Excepto algunos grises fuera de lo musical, la noche cerró redonda.

Me aproximé a las adyacencias del estadio cerca de las 17:50, esperando llegar al final de Bad Religion. Me encontré con siete cuadras de cola que avanzaban rápido, pero no dejaban de ser siete cuadras "libertadorianas". Mediante algunas colectoras, y buscando a una conocida que ya había entrada, logramos arribar al control y penetrar al campo riverplatense. Bad Religion había terminado, y mis ansias de oírlos en vivo también. Se renovará la oportunidad en algún momento? Quién lo sabe. Yo creo que no.

Ahora divisaba el 77 grande en el fondo del escenario, con lo cual nos dispusimos a aguardar la llegada de Ciro y sus secuaces al micrófono. Supimos que estaban allí cuando empezó "Perfección". El tracklist también se vio atravesado por temas como "El cielo puede esperar", "Espadas y Serpientes", "De chicos y perros", "Barreda's Way" y temas nuevos como el primer corte de "Karmaggedon". El show de A77aque me concluye en un 7. Aprobado. Bien por Pertusi.

Entre búsqueda de gente conocida, intervalos y luces, Germán Daffunchio y Alejandro Sokol veían su turno en la jornada de apertura del Quilmes 2007. La verdad los primeros temas no tuve la suerte de apreciarlos visualmente porque estaba girando por el césped, pero el audio no pasó por alto. Destaco "Capitán América" que nos hizo despegar del piso por varios minutos y en grandes masas, sonó "Uva", "Bombachitas Rosas", "Como un buey" y algunos temas más de su último cd ("Basta"). Se fueron del escenario y nosotros imaginando el cierre de la fecha...

Inminente se acercaba una de mis piezas favoritas de ésta noche. Por algunas razones no pude disfrutarlos a pleno en el Pepsi '06, de modo que ansiaba oir los primeros acordes de los de Villa Luro sonando en el escenario. Así, Catupecu arrancó con todo. Empezaron con "Óxido en el aire". Incluyendo una analogía de bajo de Fernando, con Gaby como fondo en una pantalla tocando el mismo tema, lo cual enfrió un poco la sangre de repente. Después "Magia Veneno", "A veces vuelvo", "Orígen Extremo", "Y lo que quiero es que pises sin el suelo", entre otros, hasta llegar a lo que Fernando denominó in situ "... el pogo más hermoso del mundo... " a la vez que Pichu (Cabezones) definía la intro de "Dale!". Tremendo pogo. Hubiera querido que se extendiera en el tiempo.




Y los que me conocen saben que esperaba, después de la gran entrada que fue Catupé, con cuchillo, tenedor y babero colgado, a la Aplanadora del Rock. Gracias a Dios, atrás de Ricardo y Diego (Mollo y Arnedo para los desentendidos), Maradona y Francescoli, estaba Catriel Ciavarella y no "Magoo" Araujo. Todo bien con Jorgito, pero creo que hay un antes y un después de Catriel. Dejo expreso mi firme oposición a buscar un batero de reemplazo, o un batero que se agregue para ciertas funciones, o algo que se le parezca. A través de éstos cuatro años, Catriel supo ganarse a fuerza de entrega, pasión, huevo y palillos llenos de rock, la silla del tercer cupo Dividido. Dejando a un lado ésta crítica, "Sucio y desprolijo" abrió el fin de la noche, seguido por "Cabeza de Maceta", "Azulejo", "Qué tal", "Nene de antes", "Paisano de Hurlingham", "Voodoo Chile" para dar paso a los clásicos círculos que incluyeron "Aladelta" y "Cielito Lindo". Muy bueno, casi bordeando la excelencia, y la mitad del estadio que habitaba el campo saltando al ritmo de la Aplanadora.




De repente, lo que varios esperabamos... de un costado del escenario se suman Daffunchio, Sokol, "superman" Troglio y el gran Roberto Pettinato. Sí señores. Sumo ha vuelto (sin Luca que nos mira desde el cielo). Después de 20 años de distancias y desencuentros, Sumo se reúne en un escenario y nos empieza a deleitar con "Crua Chan", siguiendo con "Divididos por la felicidad" y cerrando con el místico "Debede" (con Gillespi en trompeta).














Qué puedo decir? qué mejor cierre nos podría haber deparado ésta noche? Todos resucitamos del cansancio que a esa altura de la noche, y con esos temas de fondo, olvidamos súbitamente. River no se callaba. River latía. Llegó el fin y con él, se oyó el "Sumo no se va, Sumo no se va" y el ya himno "Veo veo, veo veo, veo veo, veo veo... se lo dedicamo' a Luca que nos mira desde el cielo".



Ricardo, Diego, Alejandro, Germán, Roberto... y sobre todo, Luca, Gracias.-


lunes, 9 de abril de 2007

Shine

Era un día como cualquier otro, y yo llegaba tarde como de costumbre (odio la puntualidad y parece que la gente detesta que uno tenga ese sentimiento). El portero me saludó y me deseó un buen día mientras lustraba el caballo de bronce que ilustra la entrada y se preparaba para sacudir el felpudo. Oprimí el botón del ascensor y apenas se abrió la puerta atiné a rehacer el nudo de la corbata que entre sueños había intentado hacer minutos antes al saltar de la cama.
El tiempo se detuvo como si alguien agarrara las agujas con firmeza. Dudo incluso de haber respirado en ese instante. El pitido del ascensor deteniéndose en el sexto piso indicaba lo que venía. Ahí apareciste. No se si habrá sido algún efecto temporal o tu propio aura, pero brillabas. Dejando un hilo de luz y resplandor subiste y deslizaste un saludo que sonó como música para mis oídos aún dormidos. No te pude responder aunque juro haberlo intentado, ni con palabras ni con gestos. La reacción fue nula; y el estado de perplejidad... constante. Aún no puedo explicarme qué pasó aquel día. No encontré científico, analista o terapeuta que me lo resuelva. El episodio se repetía por lo menos dos días a la semana, e incluso en milagrosas ocasiones te podía cruzar tres veces en siete días.
Decidí que sería prudente preguntarte tu nombre, tu edad... tus principales referencias como para poder colgarme de algo y que el diálogo surgiera. Cada mañana que te veía quería hacerlo pero me imponías tal respeto que no podía romper mis propias barreras de timidez e invadirte a preguntas.
La mitad del año se fue y con la llegada del invierno yo seguía sin saber siquiera tu nombre de pila (no pretendía tu apodo). Pero ese lunes me había levantado fuerte. Podía enfrentar cualquier cosa. Mi nivel de confianza tocaba su techo y alcanzaba niveles que yo mismo desconocía. Consideré que había pasaddo el tiempo suficiente con tan escasa información. Ese día me levanté temprano. Era increíble pero llegaba tranquilo sin pensar en el tiempo, aunque calculando la franja horaria en la que siempre nos cruzábamos y brillando, claro está, me decías "buenos días". Ni siquiera salude al portero ni reparé en ver si el caballo estaba reluciente o el felpudo limpio. Es más, no tuve que corregir ningún nudo porque la corbata rebalsaba prolijidad.
Y hasta combinaba con la camisa de turno. Con el pecho inflado esperé el pitido del elevador que, esta vez, no se detuvo en el sexto. Al igual que los días siguientes, pasó de largo como ignorando ese número de piso. Nunca más supe de vos, nunca más vi tu brillo y nunca más sabré si esos meses de vigilia tuvieron sentido alguno.-