domingo, 16 de julio de 2006

Tarde de Martes

El tipo parece haberse sentado hace horas. El escalón de la morada que yace a sus espaldas está frío. En Junio nunca podría pretender un escalón cálido, ni siquiera tibio. La barba de varios días le inunda la cara casi al mismo tiempo que el viento erosiona su cara y sus manos. Su perro tampoco es Lassie, ni mucho menos. Es el siempre bien ponderado callejero, perro fiel, vago, relajado. Su nivel higiénico está en terapia intensiva. Pero el sigue inmóvil, cómo si el reloj biológico y temporal estuviera detenido hace tiempo. Quizás no prueba bocado hace tiempo. De hecho es lo más probable. Considero que su dueño (si es que realmente lo es) no tiene los medios como para hacerle llegar un trozo de bife, o algo similar. Es más, no se si este último llenará su plato algún día de la semana. Quizás tampoco tenga recipiente para llenar, lo cual ocupa más del 75% de la torta de las posibilidades. Esa situación a la cual, paulatinamente, o quizás demasiado de repente, nos terminamos acostumbrando, como a lavarnos los dientes, a opinar de todo aunque no sepamos de qué se habla, a no pelear por nada mientras nos sea ajeno, y al "Algo habrá hecho...". Pero no es un dúo. El trío lo completa una pequeña radio de la cual sólo se escuchan murmullos de AM. Palabras cortadas, o melodías lluviosas, que también denotan información extra sobre el oyente.Toda la escena está inmersa en un contexto oscuro, sea de noche o de día, aunque yo solo la contemplé con la luna como testigo. La misma escena de la cual hablo se repite semanalmente, un rato antes de la cena. La primera vez fue noticia, la segunda la creí casualidad, la tercera la marqué como hábito, y la cuarta.. la cuarta ya fue distinta... la invasión de congoja es inevitable. La sensación de pérdida en esa instantánea de los últimos pasos hacia la entrada del lugar parece el prólogo del análisis mental posterior. Los trastes y las armonías musicales en el tiempo que sigue harán distraer la mente, que nunca se olvida de esos ojos que se pierden en la noche.... de esa vista que no se anima a mirar a la cara... de esa inmovilidad... y de esa alma que se perdió, quien sabe por culpa de quién.Se me ocurrirán miles de respuestas posibles. Desamores, desencuentros, desempleo, desinterés... Y creo que nunca daré en la tecla. En realidad no se si me interesa saberlo, me conformaría con que ese Déja Vú ocurra con menos frecuencia.

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