domingo, 6 de julio de 2008

Chile - Perú : Episodio dos


Sábado 5 de julio


Día nublado y frío. Amanecí cerca de las 11 de la mañana en la cama de Victoria (mi media hermana). Después de una ducha desayunamos y tomé los bártulos para irme con mi viejo a lo de mi prima Coné, en uno de los más bellos barrios residenciales de Santiago, Las Condes. Segundo en clase socioeconómica y cultural de todas las comunas de la ciudad. Coné tiene 4 hijos y una casa muy bonita. Resulta ser que iba toda la flia (a excepción del Tío Cristian) a comer y darme la bienvenida. De repente me encontré inmerso en un grupo de adultos y un festival de niños que apenas conocía, aunque me fui interiorizando de a poco y terminó siendo una gran tarde. Cada uno de mis primos estaba con sus hijos. Renato, Ale, Coné y María José. Comimos unas hamburguesas a la parrilla, que según me dijeron ganó como menú principal por el lugar que había y la cantidad de gente que eramos, lo cual dificultaba cualquier servicio posible y potencial mesa larga. Me pareció apropiado.

Después de comer, me regalaron una remera con el dibujo de la bandera de Chile, firmada y dedicada hacia mí por todos y cada uno de los integrantes de la velada, lo cual fue muy gratificante y emocionante, ya que nunca se me hubiera pasado por la cabeza la demostración de cariño y afecto que se me brindó en apenas 24 horas. Más aún teniendo en cuenta que se me conoce muy poco, y más los niños que apenas tenían noción de quién era, habían firmado cosas como "Tío, que bueno que viniste..." y demás etc. Coté me regaló un llavero hecho a mano que ya forma parte de mis llaves de casa. Fue con la que más hablé de todos. Tiene 11 años y entre otras cosas, juega al handball. Me contaba que imaginaba que yo era más viejo y que no imaginó que le iba a caer bien. Pensó que no tendríamos de que hablar. Pero me dijo que por suerte la realidad fue distinta y que estaba muy contenta de que yo no fuera como había imaginado.

Una vez finalizada la tarde, mudé mis pertenencias a la casa de Renato, a quien no tengo más que agradecer por el trato que estoy recibiendo. Estoy habitando el cuarto de Mati, su hijo de también 11 años. Me facilitó una notebook para que pueda entretenerme, de manera que trataré de utilizarla el resto de los días que me quedan en Santiago para poder actualizar este diario de viaje.

Hoy por la noche estuvimos en el Alto Las Condes (del mismo dueño del Palermo y Avellaneda) comiendo algo y recorriendo algunas tiendas.

Mañana será otro día.-

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