Sentí la paranoia, la persecución. Sentí los ojos posados en mí. Sentí la transpiración fría. Sentí lejos la partida, y distante la llegada. Sentí el aliento en la nuca. Sentí obstáculos. Sentí el peso del aire. Sentí las sombras alrededor.
Y cuesta.
No se preocupe. Los bichos de luz somos tóxicos para las aves nocturnas de rapiña y ellas lo saben. No se lo morfarán (aunque pueden dejarlo medio baqueteado)
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