jueves, 31 de diciembre de 2009

Nueva York - Día 5

Había pactado la visita a Harlem, y partía a las 10 AM. Me desperté tipo ocho y media, pero como es mi sana costumbre dormité un rato más y me levanté con el tiempo justo, diez menos veinte. Bajé y mientras tomaba un café encontré a los japoneses que revoloteaban por ahí, y también venían al barrio originario de Arnold y Willis Jackson. Además, estaba el alemán siempre dispuesto.

Crucé el umbral del lobby y ya había un viejo recaudando los diez verdes per cápita que salía el tour. Para mi sorpresa; ese mismo sujeto que apenas podía hablar, sería el guía por unas horas. Parecía amistoso. Cuando me preguntó de dónde era y le respondí, asintió con la cabeza y me dijo "Ah, macanudo" con buen acento latino. Tomamos el subte, uptown con destino a la primera estación del Harlem. Bajamos y empezamos a caminar por la "mejor parte" del barrio. Aca viven los nativos originales de Harlem que si bien nacieron aca, en su mayoría tienen buenos laburos ó son profesionales, ganan algo más de guita y buscan diferenciarse del resto. Muy buenas casas, en general de tres pisos más sótano, y casi todas valuadas más allá del medio millón de dólares. El tipo nos contó que laburaba en el negocio de bienes raíces hasta jubilarse; y por eso estaba bastante en el tema de las cotizaciones. Nos fue contando la historia del barrio desde la fundación holandesa de la ciudad hasta mitad del siglo pasado, con preciso detalle.

Alrededor de las 12:30 - 1 el tour terminó; y cada uno se fue para lados diferentes. Yo fui el último en hablar con el veterano, dado que iba para Penn Station y él un poco más arriba, bajando dos estaciones antes que yo. Aproveché para preguntarle por Washington, Filadelfia y otras cosas; y me contó un poco de sus más de tres visitas a Argentina, una de ellas en su luna de miel. Hablamos un poco de política también. Le pregunté por la gestión de Obama y me dijo que todos confían en él, pero que desde su punto de vista tendría que ser más firme con sus proyectos y decisiones, y no tan conciliador. Que se gana los problemas solo. Me preguntó un poco de los Kirchner y allí arrancó con el castellano de corrido. Me dijo que lo aprendió en México, donde fue un tiempo con ese fin (de hecho sabe mexicano, no castellano). Nos saludamos prometiendo reencuentro en el tour que él mismo guía el viernes al Bronx.

Me fui directamente para Penn Station en busca de la zona de Union Square, con destino final Empire State. Tenía hambre asi que clavé un cuarto de libra frente al Madison Square Garden y después, tiendas mediante, me encaminé al edificio. Pagué 31 verdes (con descuento de estudiante) por el ticket + audio tour. Te dan como un handy de radiotaxis que te cuenta toda la historieta una vez que estás en el observatorio del piso 86. Hay un número en cada punto cardinal y Raquel (la mina que se te presenta en el handy) te cuenta y detalla cada edificio que ves, con historia agregada.


Cabe aclarar que cuando te dan el handy te preguntan de dónde venís; para saber en qué idioma te hablará la carismática Raquel. Está todo bien pensado para ser ameno al turista (que obviamente les da de comer). Estuve casi hora y media calculo. La vista es tremenda y la historia interesante. Raquel hasta te ubica entre los rascacielos el punto exacto donde deberían estar físicamente las Twin Towers. Se pusó ventoso y frío el asunto allí arriba con lo cual lo primero que hice al salir fue ir por un café al populoso Starbucks. Nada de canela, vainilla, o boludeces afines. Me pedí un café con leche. Básico pero rendidor.


A la vuelta recorrí un poco más la zona y volví por Times Square. Realmente es imponente y hay mil cosas ahí para ver. Debo volver con más tiempo. Hoy entré a ESPN Zone. Tiene cuatro pisos; todo restaurant, menos el último. Tenés ahí varios fichines deportivos donde pagando unos dólares jugás a lo que quieras, desde basket hasta hockey, baseball o fútbol americano.

Volví hecho bolsa. Caminé zarpado. Había quedado con Chris (el de New Orleans) en ir a ver a una banda, pero no quiso porque dijo estar cansado. Le pregunté si jugaba al pool y me dijo que era horrible. Hablamos un toque y le que iba a llamar por tel y después lo encontraba en la sala de la TV (alta pantalla). Hablé, revisé los mails y vine al cuarto. Que le vaya bien. Igual mañana se va.

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