martes, 29 de diciembre de 2009

Nueva York - Día 3

Desperté alrededor de las ocho de la mañana con el celular en este lunes 28 de septiembre. Lo había programado pensando en que tenía que desayunar algo antes de las nueve; hora en que debía estar listo en el lobby del hostel para el Dave's Downtown Tour. Así que bajé, compré un gran café y estuve listo a la hora indicada. Dave llegó diez minutos antes y se puso a reclutar a los gringos anotados por los pasillos del hostel. Resultamos ser unos pocos: una mina de Perú que lucía desganada, tres ingleses, un alemán, un yankee de Portland y yo. Nos contó más o menos de qué la iba el tour y arrancamos. Cuando llegamos al subte para ir hasta el final de la línea (o principio, según desde donde se lo vea) se unieron dos chinos (pareja) al grupo. Partimos en la línea uno, a las 10 de la mañana.

Dave es un sesentón copado; que vive en NY hace 25 años. Es oriundo de Madison, y además de éste, hace un tour por el Central Park. Habla bastante y va comentando cosas de la ciudad hasta que llegamos a Battery Park, punto de inicio de la caminata. En el metro me cuenta que visitó Argentina; fue a Bariloche a esquiar, conoció el Tronador desde adentro y fue solo un día a Buenos Aires. Pide que esperemos un subte porque viene medio lleno, pero nada de lo que yo me preocupe dada mi experiencia como fiel usuario de Metrovías y su calidad viajera.

Descendemos en Battery Park y rápidamente nos movemos hasta la costa donde divisamos la Estatua de la Libertad, en el horizonte neoyorquino. Aca me vengo a enterar que es un regalo de los franceses, mientras fotos mediante escucho la historia de los inmigrantes en Staten Island. Volveré y tomaré el ferry hacia ese lugar, desde donde dicen se obtiene una gran vista de Nueva York.

Al rato ya estamos merodeando el Financial District; Wall Street y todos los rascacielos aledaños. Pasamos también por el muelle; dónde contemplamos el puente de Brooklyn y nos movemos hacia Ground Zero. Hablé un rato con Dave sobre el 9-11, sin adentrarnos en política. Me cuenta casi con detalles cómo fue esa mañana en su vida, trabajando para una agencia de noticias, y mirando en la televisión con sus compañeros, casi incrédulos, todo lo que sucedía. Posteriores llamados de su madre, intento de contactar a amigos, y agradables noticias de no haber perdido a nadie ese día, aunque si lamentándo pérdidas ajenas. Son relatos que hielan un poco la piel, estando tan cerca a ese lugar donde años atrás sólo se veía horror y tragedia.

Con Dave giramos por casi todos los barrios del Downtown de NY y un poco más allá también. Comimos en Tribecca, pasamos por Little Italy, y bordeamos China Town. Nos adentramos en East Village, el Soho, Greenwich Village, terminando en Chelsea. Alrededor de las 16:30, Dave nos despedía y nosotros le arrojábamos una merecidísima aunque escueta propina. Retorné al hostel y me reconforté con una siesta hasta las 19:30, donde me dispuse a retornar a las calles después de una buena ducha.

Me acordé mucho de las palabras de un cliente, que me había recomendado visitar Times Square, pero no de día, si no más bien entrada la noche, una vez que las luces de los carteles, publicidades y gigantes LCDs brillaran en el cielo americano. Cuando me bajé del subte en la estación de Times Square, y asomé la cabeza a Broadway, me quedé pasmado. Atónito. No sabía para dónde mirar. Alejandro tenía razón. Estaba en el centro del mundo. Estaba en el medio de todo. Estaba inmerso en el corazón de un mundo aparte. A esa hora, todos los días en ese lugar, la ciudad se viste de gala. Tan sólo miraba para arriba y sacaba fotos, no sólo con la cámara, sino también con la retina.


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