lunes, 4 de septiembre de 2006

NOA: Todo tiene un final, todo termina

Sábado 5 de agosto

Y si muchachos, la vida vuelve a la normalidad. La complicada rutina, el smog, los subtes, las bocinas... y todo aquello irritante de lo que nos habíamos olvidado, nos vuelve a requerir. No pudimos parar el reloj, ni el mundo, ni la realidad. Creo que mientras cargaba mochilas, y ollas, y comida, y todo lo que encontraba para llevar, se me iba desarmando el mapa que había recorrido. Iba cayendo en cuenta de que, una vez más, se terminaba.
Sin embargo, faltaba una estación:El Paseo de los Colorados, Purmamarca. Un lugar que supo ser propiedad privada, y supo ser pago, pero gracias a Dios lo liberaron de esas ataduras a tiempo. La gente no puede ser obligada a pagar por semejante monumento natural. Son un par de kms merodeando el Cerro de los 7 colores con algunas geografías particulares entremezcladas con él. Recorrimos entero dicho paseo, con fotos incluídas (Abbey Road entre otras) y la feria local, para luego deleitar alta choripaneada tipo Costanera. La tarde comenzaba a caer, y nuestro micro comenzaría su rumbo sur en pocos instantes. No sin antes bailar el gigante "Tren del amor". Cuánto lo extrañabamos Colo.

Nos despedimos fugazmente de Jujuy, de la Quebrada de Humahuaca, y de ese aroma tan particular que al menos a mi deja en el alma. Nos esperaba después de cruzar Salta, lo que muchos han dado en llamar el "Jardín de la República", la tierra de Palito Ortega y el buen azúcar de nuestro país. Tucumán, allá vamos.

Por supuesto que pisamos suelo tucumano casi exclusivamente para ver la típica Casita Patria, y apenas recorrer su ciudad capital. Tuve una mejor impresión de todo respecto a la del año pasado, cuando me sentía caminando por Plaza Miserere. Hasta compré alfajores, eso es todo un hito. El espectáculo de Luces y Sonido en la Casa se me hizo mucho más corto y más entretenido que el año pasado. Más llevadero.

El paso por Tucumán fue tan corto como su longitud. Emprendimos el viaje de vuelta muy pronto. No fueron más de 3 hs. Realmente pintó el bajón de la vuelta y la noche pasó entre sueños. Tuvimos un buen y rápido viaje. Tan bueno como los 9 días, y tan reconfortante como estar recostado contemplando en silencio el Cerro de los 7 colores.

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