domingo, 6 de abril de 2008

"Si quieren venir, que vengan...




...les presentaremos batalla". Tan simples palabras de una negra y ebria mente alcanzaron para despertar el exitismo de una plaza llena de argentinos, que había despertado la mañana del 2 de abril de 1982 con noticias favorables a la recuperación por parte del Ejército Argentino de los archipiélagos australes (Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Atlántico Sur) ocupadas por los británicos en 1833.



La situación del gobierno militar de Leopoldo Galtieri, se envolvía en un contexto demasiado desfavorable, marcado por todos los índices: económicos, políticos y sociales. Mientras los mecanismos de represión a todo nivel que fueron característica de la época seguían vigentes, el General no tuvo mejor idea que intentar este asalto a las islas para lograr recuperar el nivel de credibilidad frente a una sociedad totalmente descreída del discurso, y que ya comenzaba a mostrar signos de irreverencia, poco a poco, frente a ese modelo.


Así, el 2 de abril se puso en marcha la "Operación Rosario" y se produjo el desembarco y la recuperación momentánea de las Islas Malvinas. Del otro lado del océano, la situación política de Margaret Thatcher no era muy diferente a la de Galtieri. Su gobierno yacía frágil, y muchos sectores no veían con buenos ojos el conflicto en el Atlántico Sur. Sin embargo, la "dama de hierro" no vaciló. Tras lograr el OK de la diplomacia internacional, las Naciones Unidas, la Comunidad Económica Europea y los Estados Unidos para solicitar el retiro de las tropas argentinas; inició el proceso militarizado para liberar las Islas. El gobierno argentino se negó a entablar conversaciones que no derivaran en una transmisión de soberanía; y terminó pagando el precio de su necedad con las vidas de sus hombres.







Luego de casi un mes de haberse producido el desembarco, comenzaron los combates en tierra, agua y aire. El profesionalismo del ejército inglés acabó con cualquier ilusión nacionalista del gobierno de Galtieri. El 14 de junio se produce el "alto el fuego" y posterior rendición de la guarnición argentina en Puerto Stanley (capital de las Islas). La guerra se llevó la vida de 649 soldados argentinos. La mayoría de ellos, jóvenes entre 18 y 23 años que fueron enviados a la derrota segura; y que además de los ataques enemigos, sufrieron hambre y frío en sus peores dimensiones. La espera de la llegada inglesa, debilitó mucho la organización y claudicaron ante los combates posteriores. Soldados que tampoco fueron recompensados debidamente a su regreso a territorio nacional, y muchos de los cuales terminaron quitándose la vida ante la indiferencia de su gobierno y políticas de Estado tendientes a favorecerlos de acuerdo a su situación.







Los mismos que habían ido a gritar a la plaza en el comienzo de la guerra, fueron a pedir la destitución inmediata de Galtieri. Durante el conflicto, la sociedad se vio inmersa en una burbuja de información tergiversada fomentada por los medios de prensa asociados al gobierno militar que hacían ver una realidad alternativa... paralela... muy distante de la que se veía en el sur. Hoy en día se recuerdan los titulares tales como: "Estamos ganando!" y programas de televisión en los cuales se hacían donaciones de dinero y bienes para recaudar fondos en pos del conflicto.

En la actualidad, Argentina sigue reclamando los archipiélagos como parte de su tierra, entendiendo que se encuentran ilegalmente ocupados por una potencia invasora. Junto con el reclamo de soberanía, el gobierno debería tener un poco más en cuenta el pasado de los ex-combatientes, sus condiciones de vida en la posguerra, y atender el reclamo de dignidad de los veteranos de guerra.


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