miércoles, 9 de enero de 2008

Segunda parada

Aluminé - Villa Pehuenia
La primera localidad a que hago referencia, se ubica en la Provincia de Neuquén, a 284 km de la capital de la provincia,en el departamento que lleva el mismo nombre, al límite de la cordillera de los Andes. Se la conoce como la puerta de entrada al "Distrito del Pehuén" y sus 10 lagos que son el Quillén, Hui Hui, Rucachoroy, Pulmarí, Nonpehuén, Pilhue, Polcahue, Moquehue, Ñorquinco y Aluminé. Cuenta con una población estable de 3.700 habitantes.

Registra en promedio un clima templado húmedo andino, que conlleva veranos con días cálidos y soleados, pero con noches frescas, oscilando las temperaturas entre los 10 y los 30 grados centígrados; mientras que el invierno presenta días fríos con nevadas y temperaturas diurnas entre los -12 y -10 grados de la misma escala. Del 8 al 11 de abril, anualmente, se celebra la Fiesta Departamental del Pehuén desde 1993; y el 20 de octubre, celebra su fundación realizada en 1915.

En este caso, emprenderemos una excursión de día completo desde Caviahue, para recorrer este punto del viaje, incluyendo una navegación sobre el lago homónimo, algunos miradores, el ascenso al volcán Batea Mahuida (lleva el apellido de Jacinta Pichi) y a posteriori evaluaremos si es pertinente una breve estadía allí.

El trayecto también incluirá Villa Pehuenia. Fundada apenas en 1989, cuenta con cerca de 500 pobladores que la habitan anualmente. Se ubica a sólo 15 km del límite con Chile. También obtiene su nombre debido al árbol sagrado de las tradiciones Mapuches, ya que los resguardaba de los vientos cordilleranos, y el piñon (su fruto) era un valioso alimento. Muy similar a Aluminé en temperaturas y geografía, y sólo a 60 km de dicha localidad, dista en 300 km de la capital de Neuquén.

"...Y ocurrió que el reino de los mapuches pasó por un período de gran hambruna, tanto que muerieron muchos araucanos. Los que morían antes que nadie eran los niños y los ancianos. Entonces, los viejos de las tribus mandaron a la gente joven en busca de comestibles de distintas clases y a distintas partes: bulbos de lirio y otras flores y plantas, bayas, hierbas y granos de cereales silvestres, raíces amarillas dulces y, naturalmente, también carne de animales salvajes. Pero.... ¿dónde estaba todo aquello, dónde se escondía ? Casi todos los mozalbetes mapuches volvieron hambrientos sin haber hallado cosas comestibles. Dios, el Grande del cielo, no quiso seguir oyendo el clamor: el Chau no escuchaba las plegarias, se fingía sordo.... Y su gente se moría.... Sólo uno de los emisarios consiguió algo. Cuando éste volvía, lo interpeló durante el trayecto un anciano desconocido, ansioso de saber qué buscaba en las montañas en gran parte pobres, arenosas y áridas. El joven le confió su pena y la de sus hermanos hambrientos de la tribu y el viejo replicó, con extrañeza: -¿No son suficientemente buenos para ustedes los piñones ? Caen de los árboles harto maduros ya basta una de sus cápsulas para nutrir a toda una familia.... Pero hay que hervirlos hasta que se ablanden, hervirlos con mucha agua o tostarlos sobre el fuego. Y hay que enterrarlos en el invierno para preservarlos de la helada. Después de estos buenos consejos, el viejo de la larga barba desapareció de improviso. El joven araucano se llenó el manto de las cápsulas de semillas más grandes que encontró y se las llevó al más anciano de la tribu, junto con el mensaje que le había dado el hombre de la larga barba. El anciano y el joven llamaron a toda la gente de la tribu y se habló de lo convenido. Entonces, los más prudentes dijeron: -Ese sólo puede ser nuestro Chau, nuestro padre que bajó para nosotros a la tierra a fin de salvarnos. Seguiremos sus indicaciones, no desdeñaremos el regalo que nos permite comer, no obstante ser un alimento que proviene del sagrado árbol que sólo a El pertenece. De inmediato, hirvieron aquellas alargadas frutas en agua buena y otros las tostaron sobre el fuego. Fue un gran festín. Desde entonces ya no padecieron escasez, porque los innumerables árboles existentes alrededor del volcán Lanín y sobre él les ofrecieron muchos regalos de esa clase. De esa época datan las fiestas populares, consistentes en un viaje anual de los indios con sus familias a las montañas y regiones de las araucarias a fin de juntar los víveres preciosos para el invierno, katangos y piñones de un color oro oscuro..."

Fragmento extraído de www.interpatagonia.com

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