lunes, 2 de octubre de 2006

Amaneciendo

Flotabas, por ahí... Andabas sin limitaciones ni vacilaciones con paso firme y concreto. Surcabas el horizonte cómo si fuera tu barrio, cómo si siempre hubieses estado ahí. Parecías nunca haberte alejado. Parecías estar reclamando lo tuyo, plantando bandera sin renegar de tu pasado, y pidiendo a gritos por tu presente. Se te había agotado todo, incluyendo esa ilusión que colgabas en la cabecera de tu cama y por la cual rezabas antes de cada nuevo sueño. La pared se derretía en la oscuridad, y te arrastraba somnolienta a tu despojo y a tu explosión. Pero vos sabías que ganabas subsistiendo, separando las aguas y pateando la pelota siempre hacia al frente.

El destino se te cruzó una vez más como un traicionero ayer que tenías en lo más lejano de tus infiernos. Te lo había advertido pero vos siempre elegiste ir por más, preferiste el riesgo antes que el olvido. Lo disfrutaste; hace mucho tiempo no te sentías tan vivo. Sabías de esa temporaria realidad pero los pies nunca se despegaron del piso. No echaste raíces porque conocés bien ese camino. Cada piedra en él sendero produce tropiezos significativos, que te hacen caer, que te impactan, que te muestran cómo funciona todo. Habría que repreguntarse eso de vez en cuándo. Por lo menos para estar en dinámico cambio y poder adaptarse. Por lo menos para ver la luz, aunque sea sólo por un rato.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario